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Génesis y estructura de la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel

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econciliado con el espíritu infinito; dicha reconciliación, precisamente, se convertirá en<br />

el objeto <strong>de</strong> <strong>la</strong> consciencia, que en el punto <strong>de</strong> partida <strong>de</strong> esta dialéctica era so<strong>la</strong>mente<br />

objeto nuestro. Al final el espíritu efectivo <strong>de</strong>be hacerse idéntico al espíritu absoluto, y<br />

el espíritu absoluto <strong>de</strong>be saberse en el espíritu efectivo como espíritu absoluto. 1128<br />

Diferencia y unidad <strong>de</strong> <strong>la</strong>s dos dialécticas: La dialéctica <strong>de</strong> <strong>la</strong> religión respon<strong>de</strong> a<br />

dos exigencias diferentes que <strong>de</strong>ben unificarse. De una parte, es el <strong>de</strong>sarrollo interno <strong>de</strong><br />

un saber <strong>de</strong> sí <strong>de</strong>l espíritu que se representa a sí mismo lo que es como espíritu y,<br />

sabiéndose en un principio inmediatamente, <strong>de</strong>be progresar hasta dar a su expresión <strong>de</strong><br />

sí mismo <strong>la</strong> forma <strong>de</strong> sí mismo. «El espíritu sólo es realmente saber <strong>de</strong> sí haciéndose lo<br />

que es.» De otra parte, es el reflejo <strong>de</strong> un cierto espíritu <strong>de</strong>l mundo que encuentra en su<br />

religión una expresión i<strong>de</strong>al <strong>de</strong> él mismo. Estas dos dialécticas se unifican en una<br />

porque el progreso <strong>de</strong>l espíritu <strong>de</strong>l mundo y el <strong>de</strong>l saber <strong>de</strong> sí <strong>de</strong>l espíritu son<br />

corre<strong>la</strong>tivos. El espíritu <strong>de</strong>l mundo es el <strong>de</strong>venir <strong>de</strong>l saber <strong>de</strong> si <strong>de</strong>l espíritu como<br />

espíritu. Pero una religión no supera en realidad al espíritu efectivo que le da su<br />

<strong>de</strong>terminación. Como dirá <strong>Hegel</strong> en <strong>la</strong> Enciclopedia: «Un Dios malvado, un Dios<br />

natural, tiene como corre<strong>la</strong>to hombres malvados, naturales, sin libertad. El concepto<br />

puro <strong>de</strong> Dios, el Dios espiritual, tiene como corre<strong>la</strong>to el espíritu libre. La representación<br />

que el hombre tiene <strong>de</strong> Dios correspon<strong>de</strong> a <strong>la</strong> que tiene <strong>de</strong> él mismo y <strong>de</strong> su libertad.»<br />

Así, pues, el hecho <strong>de</strong> que <strong>la</strong> religión no sea más que una parte <strong>de</strong> <strong>la</strong> existencia humana<br />

—<strong>la</strong> otra parte es <strong>la</strong> vida <strong>de</strong>l hombre en el mundo— da cuenta <strong>de</strong> su imperfección. Y es<br />

esta parte, justamente, <strong>la</strong> que le sirve <strong>de</strong> símbolo para su consciencia y <strong>la</strong> que <strong>de</strong>termina<br />

su espíritu particu<strong>la</strong>r.<br />

Dialéctica general <strong>de</strong> <strong>la</strong> religión. La dialéctica general <strong>de</strong> <strong>la</strong> religión constituye una<br />

reve<strong>la</strong>ción progresiva <strong>de</strong>l espíritu en sí mismo. El primer momento <strong>de</strong> dicha reve<strong>la</strong>ción<br />

es <strong>la</strong> religión natural, en <strong>la</strong> cual el espíritu se sabe inmediatamente. Por consiguiente, el<br />

objeto que le sirve para representarse a sí mismo tiene <strong>la</strong> forma <strong>de</strong>l ser en general<br />

(consciencia) o <strong>la</strong> <strong>de</strong>l amo por oposición al esc<strong>la</strong>vo (autoconsciencia inmediata).<br />

«Ciertamente, lo que constituye <strong>la</strong> plenitud <strong>de</strong> este ser no es <strong>la</strong> sensación, ni <strong>la</strong> materia<br />

varia, ni cualquier otro momento uni<strong>la</strong>teral, fin o <strong>de</strong>terminación, sino que esta plenitud<br />

es el espíritu; y este ser es sabido por sí mismo como toda verdad y toda efectividad. Sin<br />

embargo, <strong>de</strong> este modo <strong>la</strong> plenitud no es igual a su figura; el espíritu como esencia no es<br />

igual a su consciencia.» 1129 La forma <strong>de</strong> <strong>la</strong> inmediatez no le conviene al espíritu;<br />

correspon<strong>de</strong> a un Dios-sustancia y no a un Dios-sujeto. Por eso el segundo momento <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción es aquel en que el espíritu se sabe en <strong>la</strong> figura <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturalidad suprimida<br />

o <strong>de</strong>l sí mismo: «Por tanto, <strong>la</strong> religión estética, puesto que <strong>la</strong> figura se eleva a <strong>la</strong> forma<br />

<strong>de</strong>l sí mismo por <strong>la</strong> producción <strong>de</strong> <strong>la</strong> consciencia, <strong>de</strong> manera que ésta contemp<strong>la</strong> en su<br />

objeto su operación o el sí mismo.» 1130 El espíritu <strong>de</strong>l mundo que se refleja en dicha<br />

religión es el espíritu <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciudad antigua, el espíritu griego. El espíritu ha superado <strong>la</strong><br />

inmediatez abstracta <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza sin más, ha <strong>de</strong>venido para él mismo el sí mismo<br />

finito, el sí mismo que es una obra, pero al que le falta <strong>la</strong> profundidad <strong>de</strong>l primer<br />

momento. Así es como el tercer momento reconcilia los dos anteriores. «El sí mismo es<br />

un sí mismo inmediato, al tiempo que <strong>la</strong> inmediatez es sí mismo.» Los dioses griegos,<br />

que representan el sí mismo como una obra objetiva, son sustituidos por el Dios<br />

cristiano, verda<strong>de</strong>ro hombre y verda<strong>de</strong>ro dios, cuya historia es real. Entonces el espíritu<br />

1128 La exposición hegeliana es oscura, pero <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a resulta sencil<strong>la</strong>: al final <strong>de</strong> <strong>la</strong> dialéctica <strong>de</strong> <strong>la</strong> religión<br />

ya no habrá superación; el espíritu en el mundo será el mismo espíritu absoluto, no habrá simbolismo ni<br />

trascen<strong>de</strong>ncia. Lo que el espíritu va a contemp<strong>la</strong>r en su historia es él mismo en su autentica figura. Todo<br />

será reve<strong>la</strong>do. Sin embargo, incluso en <strong>la</strong> religión reve<strong>la</strong>da hay todavía una cierta superación <strong>de</strong>bida al<br />

«elemento <strong>de</strong> <strong>la</strong> representación», y por eso <strong>la</strong> efectiva reconciliación sólo se produce en el saber absoluto.<br />

1129 Phénoménologie, II, p. 210 (Fenomenología, p. 400).<br />

1130 Phénoménologie, II, p. 211 (Fenomenología, p. 400).

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