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Génesis y estructura de la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel

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abandonado.» 442 La existencia singu<strong>la</strong>r —<strong>la</strong> subjetividad <strong>de</strong> <strong>la</strong> autoconsciencia o el<br />

hombre— no pue<strong>de</strong> ponerse para el<strong>la</strong> misma en su libertad absoluta sin renunciar a<br />

el<strong>la</strong>; pero su renuncia es también obra suya. En su operación —que es su mismo ser,<br />

pues el ser <strong>de</strong> <strong>la</strong> autoconsciencia es acción— <strong>la</strong> consciencia se pone como ser para sí,<br />

pero al mismo tiempo <strong>de</strong>scubre <strong>la</strong> vanidad <strong>de</strong> este ser para sí. Su esencia sigue<br />

escapándosele, como el esc<strong>la</strong>vo que se fuera <strong>de</strong> sí mismo bajo el aspecto <strong>de</strong>l amo y,<br />

ello no obstante, este ponerse fuera <strong>de</strong> sí, este acto que <strong>la</strong> transcien<strong>de</strong>, también es el<strong>la</strong><br />

misma. Así, pues, <strong>la</strong> verdad <strong>de</strong> <strong>la</strong> consciencia que es para sí es <strong>la</strong> consciencia<br />

humil<strong>la</strong>da y elevada en su humil<strong>la</strong>ción, una consciencia que, como <strong>la</strong> <strong>de</strong>l esc<strong>la</strong>vo en <strong>la</strong><br />

dialéctica anterior, alcanza una nueva forma <strong>de</strong> liberación. Pero si <strong>la</strong> verdad <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

autoconsciencia esc<strong>la</strong>va era <strong>la</strong> consciencia estoica, <strong>la</strong> verdad <strong>de</strong> <strong>la</strong> consciencia <strong>de</strong>sgraciada<br />

será <strong>la</strong> consciencia <strong>de</strong>l asceta, <strong>de</strong>l santo que se propone anu<strong>la</strong>r su propia<br />

singu<strong>la</strong>ridad para <strong>de</strong>venir así una autoconsciencia más profunda.<br />

De ahí el tercer estadio <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> <strong>la</strong> consciencia <strong>de</strong>sgraciada: el estadio <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

renuncia y <strong>de</strong> <strong>la</strong> alienación por medio <strong>de</strong> lo cual <strong>la</strong> consciencia singu<strong>la</strong>r se hará<br />

verda<strong>de</strong>ramente cosa, alienará su ser para sí, pero por eso mismo ganará una verdad<br />

mucho más alta. Al ponerse a sí misma como una cosa, por el ascetismo, por <strong>la</strong><br />

obediencia, por <strong>la</strong> alienación <strong>de</strong> su propia voluntad particu<strong>la</strong>r, <strong>la</strong> consciencia <strong>de</strong>scubre,<br />

o <strong>de</strong>scubrimos nosotros por el<strong>la</strong>, que <strong>la</strong> cosa es manifestación <strong>de</strong>l sí mismo, que el sí<br />

mismo es sí mismo universal y que lo universal es para sí. La Edad Media prepara el<br />

Renacimiento y <strong>la</strong> certeza <strong>de</strong> <strong>la</strong> razón en el sentido <strong>de</strong> ser en sí y para sí toda verdad.<br />

La iglesia <strong>de</strong> <strong>la</strong> Edad Media es <strong>la</strong> prefiguración <strong>de</strong> <strong>la</strong> razón mo<strong>de</strong>rna puesto que se trata<br />

<strong>de</strong> una forma <strong>de</strong> <strong>la</strong> universalidad concreta. Justamente este último estadio es el que<br />

tenemos que analizar ahora. El tercer estadio <strong>de</strong>scribe al cristiano <strong>de</strong> <strong>la</strong> Edad Media<br />

que aliena completamente su certeza <strong>de</strong> sí, su sí mismo y, con ello, pone el sí mismo<br />

universal, <strong>la</strong> razón. El término medio que reúne al sí mismo singu<strong>la</strong>r <strong>de</strong> <strong>la</strong> consciencia<br />

y al universal es <strong>la</strong> Iglesia, «el ministro <strong>de</strong> Dios que representa uno <strong>de</strong> los extremos al<br />

<strong>la</strong>do <strong>de</strong>l otro». 443 <strong>Hegel</strong> resume brevemente los tres momentos. La consciencia<br />

<strong>de</strong>sgraciada cristiana es primero aspiración, emoción que todavía no ha llegado a una<br />

verda<strong>de</strong>ra expresión <strong>de</strong> sí misma. Este primer estado, que <strong>Hegel</strong> <strong>de</strong>nomina concepto <strong>de</strong><br />

esta consciencia, es un «estado musical <strong>de</strong>l alma», el estado <strong>de</strong> ánimo <strong>de</strong>l discípulo al<br />

pie <strong>de</strong> <strong>la</strong> cruz o el <strong>de</strong>l cruzado: el inmediato encuentro entre el más allá y el más acá.<br />

En efecto, <strong>la</strong> aspiración <strong>de</strong>l alma religiosa no se dirige ya hacia un más allá sin forma,<br />

sino que, al haberse hecho hombre el propio Dios, busca a Dios en un contacto<br />

inmediato —tanto externo como interno, por <strong>de</strong>cirlo así. La autoconsciencia se sabe<br />

reconocida por otra alma al que el<strong>la</strong> reconoce. Este «combate <strong>de</strong>l sentimiento» 444<br />

todavía no ha llegado a su realización; es en sí, no es para sí.<br />

Por el contrario, el segundo momento expresa el <strong>de</strong>venir para sí <strong>de</strong> <strong>la</strong> consciencia<br />

religiosa. El mundo es santificado por <strong>la</strong> presencia en él <strong>de</strong> lo divino. El <strong>de</strong>seo, él<br />

trabajo, el goce y <strong>la</strong> acción <strong>de</strong> gracias son <strong>la</strong> ocasión para una comunión <strong>de</strong>l alma con<br />

su esencia, pero esta comunión todavía se hal<strong>la</strong> afectada por una contradicción. En<br />

efecto, <strong>la</strong> consciencia se ha probado como real y operante o «como consciencia cuya<br />

verdad es ser en sí y para sí misma». El segundo momento es <strong>la</strong> realización <strong>de</strong>l<br />

primero, pero en el primero <strong>la</strong> consciencia no es más que un sentimiento, no se piensa<br />

a sí misma como un universal concreto y, justamente por ello, esta realización es <strong>la</strong><br />

realización <strong>de</strong> una consciencia sin esencia. En realidad, su humil<strong>la</strong>ción representa un<br />

retorno al interior <strong>de</strong> sí misma, una separación <strong>de</strong> lo universal. El tercero será, pues, <strong>la</strong><br />

442 Phénoménologie, I, p. 188 (Fenomenología, p. 135).<br />

443 Phénoménologie, I, p. 190 (Fenomenología, p. 137).<br />

444 Phénoménologie, I, p. 188 (Fenomenología, p. 135).

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