14.05.2013 Views

Génesis y estructura de la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel

Génesis y estructura de la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel

Génesis y estructura de la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—en una pa<strong>la</strong>bra, su operación— sólo proce<strong>de</strong>n <strong>de</strong> el<strong>la</strong> en apariencia. El hombre cree<br />

obrar pero es Dios quien le conduce. Esto es aún más verdad si en vez <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar <strong>la</strong><br />

realidad pasiva a <strong>la</strong> cual lleva <strong>la</strong> operación <strong>de</strong> <strong>la</strong> consciencia se toma en consi<strong>de</strong>ración<br />

<strong>la</strong> operación misma. La consciencia obra, pero con ello pone en práctica po<strong>de</strong>res que<br />

no son específicamente suyos. Sus aptitu<strong>de</strong>s, su dotes, son un ser en sí, un ser que <strong>la</strong><br />

consciencia utiliza pero que <strong>de</strong>be a Dios, a su gracia. En esta operación, <strong>la</strong> consciencia<br />

singu<strong>la</strong>r es también en sí: «Este <strong>la</strong>do pertenece al más allá inmutable y está constituido<br />

por <strong>la</strong>s aptitu<strong>de</strong>s y los po<strong>de</strong>res eficaces <strong>de</strong> <strong>la</strong> consciencia, un don ajeno concedido<br />

igualmente por lo inmutable a <strong>la</strong> consciencia para que ésta haga uso <strong>de</strong> él.» 440 Así,<br />

pues, mírese por don<strong>de</strong> se mire, <strong>la</strong> acción se refleja en un término transcen<strong>de</strong>ntal. La<br />

consciencia operante sólo da <strong>la</strong> impresión <strong>de</strong> estar obrando. En el<strong>la</strong> misma y fuera <strong>de</strong><br />

el<strong>la</strong> es Dios quien obra, <strong>de</strong> <strong>la</strong> misma manera que el amo era el verda<strong>de</strong>ro sujeto <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

acción <strong>de</strong>l esc<strong>la</strong>vo, «pues lo que el esc<strong>la</strong>vo hace es propiamente <strong>la</strong> operación <strong>de</strong>l amo y<br />

únicamente a este último correspon<strong>de</strong> el ser para sí, <strong>la</strong> esencia». La consciencia<br />

<strong>de</strong>sgraciada, tanto en su repliegue sobre sí misma como en su operación sobre el<br />

mundo, no hace más que experimentar <strong>la</strong> transcen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> su propia esencia; su<br />

operación se refleja más allá <strong>de</strong> sí misma, no es realmente autónoma, como preten<strong>de</strong><br />

ser <strong>la</strong> autoconsciencia. Su certeza <strong>de</strong> sí tiene como verdad un término transcen<strong>de</strong>nte, lo<br />

cual <strong>la</strong> con<strong>de</strong>na a no tener ya en sí misma su propia certeza. Las re<strong>la</strong>ciones entre amo y<br />

esc<strong>la</strong>vo vuelven a encontrarse aquí en el seno mismo <strong>de</strong> <strong>la</strong> consciencia. La consciencia<br />

humana se pone como consciencia esc<strong>la</strong>va, y su esencia, el señorío, está más allá <strong>de</strong><br />

el<strong>la</strong> en Dios, al que <strong>Hegel</strong> l<strong>la</strong>ma siempre aquí lo inmutable o lo universal.<br />

Sin embargo, ¿no llega entonces <strong>la</strong> consciencia <strong>de</strong>sgraciada al sentimiento <strong>de</strong> su<br />

unidad con lo inmutable, no se realiza <strong>la</strong> comunión con su más allá? De una parte,<br />

efectivamente, lo inmutable se da a el<strong>la</strong>, le permite obrar y, <strong>de</strong> otra parte, <strong>la</strong><br />

consciencia reconoce —como el esc<strong>la</strong>vo reconocía al amo— su propia <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia<br />

con respecto a lo inmutable, «se prohíbe <strong>la</strong> satisfacción <strong>de</strong> <strong>la</strong> consciencia <strong>de</strong> su<br />

in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia y atribuye al más allá y no a el<strong>la</strong> misma <strong>la</strong> esencia <strong>de</strong> su operación». 441<br />

La consciencia operante se humil<strong>la</strong> en esta acción <strong>de</strong> gracias, en este reconocimiento<br />

<strong>de</strong> Dios. Así, pues, ¿no llega <strong>la</strong> consciencia a una comunión con lo transcen<strong>de</strong>nte?<br />

<strong>Hegel</strong> insiste particu<strong>la</strong>rmente sobre <strong>la</strong> humil<strong>la</strong>ción <strong>de</strong> <strong>la</strong> consciencia <strong>de</strong>sgraciada, que,<br />

por medio <strong>de</strong>l reconocimiento <strong>de</strong> Dios, llega a <strong>la</strong> comunión con él. El hombre que se<br />

pone como autónomo, en tanto que ser activo, que trabaja el mundo y saca <strong>de</strong> él su<br />

goce, se reconoce a sí mismo, a pesar <strong>de</strong> ello, como pasivo.<br />

El reconocimiento <strong>de</strong> Dios como el único que obra es <strong>la</strong> acción esencial <strong>de</strong>l<br />

hombre. De <strong>la</strong> misma manera que el esc<strong>la</strong>vo reconocía al amo y se ponía a sí mismo<br />

como esc<strong>la</strong>vo, así también <strong>la</strong> consciencia humana se pone como pasiva, como<br />

<strong>de</strong>pendiente, renuncia a su dominio. Pero justamente por una inversión dialéctica que<br />

ya se ha presentado varias veces, <strong>la</strong> humil<strong>la</strong>ción <strong>de</strong>l hombre que todo lo atribuye a <strong>la</strong><br />

gracia y no se conce<strong>de</strong> nada a sí mismo es, en realidad, una elevación. De esta manera,<br />

es el propio hombre quien pone a Dios; reconoce al amo, pero este reconocimiento<br />

emana <strong>de</strong> él. Allí don<strong>de</strong> se pone como lo más bajo es lo más alto.<br />

Por consiguiente, <strong>la</strong> autoconsciencia no llega a <strong>de</strong>spojarse <strong>de</strong> su libertad, a alinear<strong>la</strong><br />

realmente; glorifica a Dios y niega <strong>la</strong> libertad <strong>de</strong>l hombre, pero eso es justamente su<br />

mayor acción. Por eso no se <strong>de</strong>ja engañar en <strong>la</strong> acción <strong>de</strong> gracias. «La consciencia se<br />

siente aquí como esta existencia singu<strong>la</strong>r y no se <strong>de</strong>ja engañar por <strong>la</strong> apariencia <strong>de</strong> su<br />

renuncia, pues <strong>la</strong> verdad <strong>de</strong> <strong>la</strong> consciencia sigue siendo el hecho <strong>de</strong> no haberse<br />

440 Phénoménologie, I, p. 186 (Fenomenología, p. 134).<br />

441 Phénoménologie, I, p. 187 (Fenomenología, p. 135).

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!