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Génesis y estructura de la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel

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expresa en su gran<strong>de</strong>za y en su exactitud el pathos <strong>de</strong>l héroe.<br />

Deriva <strong>la</strong> acción ética <strong>de</strong> <strong>la</strong> contingencia <strong>de</strong> <strong>la</strong>s circunstancias y presenta en su<br />

pureza los «caracteres» que se expresan en <strong>la</strong> acción. El <strong>de</strong>stino se aproxima al hombre<br />

y se convierte en el centro <strong>de</strong> gravedad <strong>de</strong> su vida al mismo tiempo que <strong>la</strong> eleva por<br />

encima <strong>de</strong> sí misma. El terreno <strong>de</strong> esta acción práctica es «el lenguaje <strong>de</strong> <strong>la</strong> epopeya,<br />

que se ha hecho consciente <strong>de</strong> su propia dispersión». «Es el pueblo común en general,<br />

cuya sabiduría encuentra su expresión en el coro <strong>de</strong> <strong>la</strong> edad madura; el pueblo tiene en<br />

esta <strong>de</strong>bilidad su representante, porque él mismo constituye el material positivo y<br />

pasivo <strong>de</strong> <strong>la</strong> individualidad <strong>de</strong>l gobierno que con él se enfrenta.» 1159 No vamos a insistir<br />

sobre <strong>la</strong> concepción que <strong>Hegel</strong> presenta aquí <strong>de</strong>l contenido <strong>de</strong> <strong>la</strong> tragedia griega; se trata<br />

<strong>de</strong>l saber <strong>de</strong> sí mismo <strong>de</strong>l espíritu verda<strong>de</strong>ro, sobre lo que ya hemos hab<strong>la</strong>do<br />

<strong>la</strong>rgamente. Las potencias que se enfrentan, cada una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cuales tiene su encarnación<br />

en caracteres naturales y espirituales a <strong>la</strong> vez, son <strong>la</strong>s <strong>de</strong>l <strong>de</strong>recho divino y el <strong>de</strong>recho<br />

humano, <strong>la</strong>s <strong>de</strong> <strong>la</strong> familia y <strong>la</strong> ciudad; <strong>la</strong> división <strong>de</strong> lo divino que aparece en el seno <strong>de</strong><br />

cada uno <strong>de</strong> esos caracteres es <strong>la</strong> <strong>de</strong>l saber y el no saber, <strong>la</strong> <strong>de</strong> Apolo y <strong>la</strong>s Erinias; y su<br />

unidad es <strong>la</strong> unidad misma <strong>de</strong> <strong>la</strong> sustancia ética: «Zeus, que es <strong>la</strong> necesidad <strong>de</strong> su mutua<br />

re<strong>la</strong>ción.» Según <strong>Hegel</strong>, <strong>la</strong> tragedia antigua empieza a realizar <strong>la</strong> unidad <strong>de</strong> los dioses<br />

rec<strong>la</strong>mada por los filósofos <strong>de</strong> <strong>la</strong> Antigüedad. Es el propio concepto el que se divi<strong>de</strong>,<br />

siguiendo su ley interna, en saber y no saber, al tiempo que busca su unidad en <strong>la</strong><br />

reconciliación <strong>de</strong>l olvido. Pero el <strong>de</strong>stino es <strong>la</strong> autoconsciencia que todavía no se ha<br />

encontrado a sí misma. «Sin embargo, <strong>la</strong> autoconsciencia, <strong>la</strong> simple certeza <strong>de</strong> sí, es en<br />

realidad <strong>la</strong> potencia negativa, <strong>la</strong> unidad <strong>de</strong> Zeus, <strong>de</strong> <strong>la</strong> esencia sustancial y <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

necesidad abstracta; es <strong>la</strong> unidad espiritual a cuyo seno vuelve todo.» 1160 Así, por<br />

ejemplo, hemos visto el <strong>de</strong>clive <strong>de</strong>l espíritu verda<strong>de</strong>ro en <strong>la</strong> certeza abstracta <strong>de</strong> sí<br />

mismo. El mundo sustancial vuelve a encontrarse en el sí mismo, que es su potencia<br />

negativa.<br />

Esta negatividad <strong>de</strong>l sí mismo es lo que se manifiesta como tal, al fin, en <strong>la</strong><br />

comedia antigua. El sí mismo se ha elevado por encima <strong>de</strong>l contenido en el cual se<br />

absorbía; se ha convertido en el <strong>de</strong>stino <strong>de</strong> los dioses y <strong>de</strong> <strong>la</strong>s potencias éticas y se sabe<br />

como tal. La <strong>de</strong>bilidad <strong>de</strong> los hombres y <strong>de</strong> los dioses, en contraste con sus<br />

pretensiones, es el origen <strong>de</strong> lo cómico. El actor trágico se confundía con su máscara y<br />

se elevaba por encima <strong>de</strong> sí mismo; ahora afirma <strong>la</strong> vanidad <strong>de</strong> sus elementos<br />

sustanciales y los reduce a lo que son propiamente —momentos finitos que sólo tienen<br />

su significado en el sí mismo. Los héroes <strong>de</strong>jan <strong>de</strong> ser héroes y se transforman en<br />

hombres ordinarios; el actor arroja su máscara y aparece en carne y hueso sobre <strong>la</strong><br />

escena. Lo divino y lo humano, que estaban separados en <strong>la</strong> epopeya y también en <strong>la</strong><br />

tragedia, se unifican ahora completamente, pero <strong>de</strong> tal manera que lo único que subsiste<br />

es lo humano y lo contingente y el sí mismo pue<strong>de</strong> ironizar sobre su pretensión <strong>de</strong> ser<br />

<strong>la</strong>s potencias éticas en su universalidad. El pueblo, que se sabe como <strong>la</strong> potencia <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

ciudad, «ofrece el risible contraste <strong>de</strong> su opinión sobre sí mismo y su ser ahí inmediato,<br />

<strong>de</strong> su necesidad y su contingencia, <strong>de</strong> su universalidad y su vulgaridad.» 1161 El pueblo<br />

ha perdido su divinidad e ironiza sobre él mismo y sobre sus dioses en <strong>la</strong> comedia.<br />

En <strong>la</strong> comedia mo<strong>de</strong>rna <strong>la</strong> seriedad <strong>de</strong> <strong>la</strong> comedia antigua se reve<strong>la</strong> porque el<br />

hombre parece elevar a lo absoluto lo que no tiene más que un valor finito—el dinero,<br />

por ejemplo—, y <strong>la</strong> risa no se da en <strong>la</strong> escena misma, sino entre los espectadores que<br />

ven el espectáculo. Por el contrario, en <strong>la</strong> comedia antigua <strong>la</strong> risa es algo propio <strong>de</strong> los<br />

1159 Phénomtnologíe, II, p. 248 (Fenomenología, p. 426).<br />

1160 Phénominologie, II, p. 253 (Fenomenología, p 430).<br />

1161 Phénominologie, II, p. 255 (Fenomenología, p. 432)

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