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Génesis y estructura de la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel

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una imagen romántica, el espíritu sale <strong>de</strong> <strong>la</strong>s profundida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza, es<br />

naturaleza antes <strong>de</strong> ser sí mismo. Por eso, <strong>de</strong>be <strong>de</strong>saparecer el estado natural o <strong>la</strong><br />

inocencia primigenia; <strong>la</strong> consciencia religiosa hab<strong>la</strong> <strong>de</strong> un pa r aíso terrestre y luego <strong>de</strong><br />

una <strong>de</strong>sobediencia: al comer el fruto <strong>de</strong>l árbol <strong>de</strong>l conocimiento <strong>de</strong>l bien y <strong>de</strong>l mal, el<br />

hombre perdió <strong>la</strong> inocencia que era su característica en los primeros momentos <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

creación. Pero nosotros sabemos que tenía que abandonar esa inocencia animal con el<br />

fin <strong>de</strong> convertirse en espíritu para sí. «Para que sea, <strong>de</strong> hecho, sí mismo y espíritu, <strong>de</strong>be<br />

ante todo <strong>de</strong>venir para sí mismo un otro, lo mismo que <strong>la</strong> esencia eterna se presenta<br />

como el movimiento <strong>de</strong> ser igual a sí misma en su ser otro.» 1188 Este <strong>de</strong>sgarramiento <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> consciencia o esta alteridad que se introduce en el<strong>la</strong> es el saber <strong>de</strong>l bien y <strong>de</strong>l mal.<br />

Como campo <strong>de</strong> dicha oposición y en tanto que es para él mismo <strong>la</strong> consciencia <strong>de</strong> esta<br />

contradicción, el hombre se consi<strong>de</strong>ra malvado y sitúa el bien más allá <strong>de</strong> él. De esta<br />

manera pone su diferencia y su igualdad con Dios. El espíritu se sabe, en sí mismo,<br />

como absoluto, divino como esencia, pero, para sí mismo, como no absoluto, como<br />

ente-en-el-mundo. Esta contradicción le hace sí mismo y espíritu, pero todavía no lo<br />

sabe. Efectivamente, <strong>la</strong> citada contradicción no es sólo <strong>la</strong> contradicción <strong>de</strong>l espíritu<br />

finito, sino que el espíritu absoluto es absoluto porque siempre pone esta contradicción<br />

en sí y <strong>la</strong> supera constantemente, lo cual significa en términos lógicos su negatividad y<br />

en términos más concretos su ser sí mismo o espíritu. Por eso el origen <strong>de</strong>l mal pue<strong>de</strong><br />

ser situado por <strong>la</strong> consciencia religiosa más allá <strong>de</strong>l hombre en <strong>la</strong> caída <strong>de</strong> los ángeles,<br />

pero, en cambio, no pue<strong>de</strong> llegar a representarse el mal en Dios, a pesar <strong>de</strong>l intento <strong>de</strong><br />

Boehme, que consi<strong>de</strong>ra el mal como <strong>la</strong> cólera <strong>de</strong> aquél. El pensamiento representativo<br />

sabe siempre los términos <strong>de</strong> <strong>la</strong> contradicción en su exterioridad sin espíritu y no pue<strong>de</strong><br />

compren<strong>de</strong>r que el propio Dios ponga su alteridad para encontrarse como sí mismo y<br />

espíritu. 1189<br />

Sin embargo, ese pensamiento se presenta en <strong>la</strong> consciencia religiosa, pero como<br />

el acontecimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> encarnación y como el sacrificio y <strong>la</strong> muerte voluntaria <strong>de</strong>l<br />

Dios-hombre. Aunque el ser-ahí es el ser el mal respecto <strong>de</strong> <strong>la</strong> esencia divina, Dios se<br />

hizo carne. La esencia divina se rebajó hasta el ser ahí que le es extraño, pero en el<br />

sacrificio y <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong>l mediador ha suprimido ese ser ahí extraño y lo ha elevado<br />

hasta el<strong>la</strong>. Entonces, y so<strong>la</strong>mente entonces, Dios se ha reve<strong>la</strong>do como espíritu. Por eso<br />

su muerte no es el retorno puro y simple a su esencia primera, al Dios abstracto o a <strong>la</strong><br />

sustancia, que era lo único que conocía <strong>la</strong> religión natural. «La muerte <strong>de</strong>l hombre<br />

divino como muerte es <strong>la</strong> abstracta», pero pier<strong>de</strong> esta significación natural en <strong>la</strong><br />

autoconsciencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> comunidad, que es <strong>la</strong> única que ha conocido <strong>la</strong> resurrección, <strong>la</strong><br />

muerte <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte. «La muerte <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser lo que significa <strong>de</strong> modo inmediato, el no<br />

ser <strong>de</strong> esta entidad singu<strong>la</strong>r y se transfigura en <strong>la</strong> universalidad <strong>de</strong>l espíritu que vive en<br />

su comunidad, muere y resucita cada día en el<strong>la</strong>.» 1190 Así, pues, <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> Cristo es<br />

<strong>la</strong> posición <strong>de</strong>l espíritu <strong>de</strong> <strong>la</strong> comunidad, <strong>la</strong> autoconsciencia universal. El movimiento<br />

que se ha realizado en él <strong>de</strong>be efectuarse ahora en el seno <strong>de</strong> <strong>la</strong> comunidad y <strong>de</strong>be<br />

convertirse en su propio movimiento en vez <strong>de</strong> ser ajeno para el<strong>la</strong>. Aquí radica el<br />

tránsito al tercer elemento, el <strong>de</strong> <strong>la</strong> autoconsciencia. «El espíritu es puesto, por tanto, en<br />

el tercer elemento, en <strong>la</strong> autoconsciencia universal; es su propia comunidad. El<br />

movimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> comunidad, como movimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> autoconsciencia, que se distingue<br />

1188 Phénoménologie, II, p. 276 (Fenomenología, p. 447).<br />

1189 Phénoménologie. II. p 279. El movimiento por medio <strong>de</strong>l cual el hombre, como consciencia <strong>de</strong> esta<br />

contradicción, se pone como el mal y pone el bien, Dios, fuera <strong>de</strong> él hace pensar en el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

consciencia <strong>de</strong>sgraciada. Es <strong>la</strong> misma dialéctica.<br />

1190 Phénoménologie, II. p. 286 (Fenomenología. 454).

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