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Génesis y estructura de la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel

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contingencia se capta como plenamente válido, «lo que sabe su singu<strong>la</strong>ridad inmediata<br />

como el puro saber y el puro actuar, como <strong>la</strong> efectividad y <strong>la</strong> armonía verda<strong>de</strong>ra». Lo<br />

que <strong>la</strong> consciencia moral <strong>de</strong>l kantiano ponía más allá <strong>de</strong>l hombre, <strong>de</strong>sp<strong>la</strong>zándolo<br />

constantemente, es el sí mismo concreto que ahora se convierte en nuestro tema.<br />

Con esto <strong>la</strong> individualidad humana, como buena consciencia, parece regresar a<br />

<strong>la</strong> inmediatez <strong>de</strong>l mundo ético. «Puesto que esta certeza <strong>de</strong> sí es asimismo lo inmediato,<br />

tiene aquí el ser ahí mismo», 1048 no pue<strong>de</strong> dudar sobre lo que conviene hacer<br />

tergiversándolo una y otra vez, sino que ve inmediatamente lo que es justo, actúa<br />

guiada por <strong>la</strong> voz <strong>de</strong> su consciencia como si fuera un instinto. La voz <strong>de</strong> <strong>la</strong> consciencia<br />

<strong>de</strong> que hab<strong>la</strong>ba ya Rousseau «es al alma lo que el instinto es al cuerpo». Y <strong>Hegel</strong>, que<br />

pronto mostrará <strong>la</strong> ambigüedad <strong>de</strong> tales fórmu<strong>la</strong>s y <strong>de</strong>scubrirá en <strong>la</strong> buena consciencia<br />

una ma<strong>la</strong> consciencia que todavía se ignora, no empieza criticando esta individualidad<br />

moral. Hay que actuar, y sin esta fusión <strong>de</strong>l puro <strong>de</strong>ber y <strong>de</strong> lo concreto no sería posible<br />

acción alguna. Lo mismo Creonte que Antígona sabían lo que tenían que hacer. Uno se<br />

i<strong>de</strong>ntificaba plenamente con <strong>la</strong> ley humana y <strong>la</strong> otra con <strong>la</strong> ley divina: eran, en todo el<br />

sentido <strong>de</strong> <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra, caracteres. En ellos <strong>la</strong> naturaleza coincidía con <strong>la</strong> <strong>de</strong>cisión. Pues<br />

bien, ahora volvemos a encontrar, al parecer, esta inmediatez que hacía <strong>de</strong>l mundo ético<br />

una especie <strong>de</strong> naturaleza, y este retorno a <strong>la</strong> inmediatez primera está <strong>de</strong> acuerdo con el<br />

esquema hegeliano. Toda vida se <strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong> a partir <strong>de</strong> una inmediatez primera y<br />

regresa a esta inmediatez <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber atravesado un período <strong>de</strong> escisión y <strong>de</strong><br />

mediación. Con esta coinci<strong>de</strong>ncia que expresa el sí mismo concreto, el espíritu vuelve a<br />

ser espíritu natural. Lo que Kant l<strong>la</strong>maba sensibilidad y lo que <strong>de</strong>nominaba razón pura<br />

práctica constituyen un solo sí mismo operante y efectivo.<br />

Ello no obstante, hay una gran diferencia entre el espíritu ético inmediato y <strong>la</strong><br />

buena consciencia que ahora tomamos en consi<strong>de</strong>ración. El espíritu ético era so<strong>la</strong>mente<br />

el espíritu verda<strong>de</strong>ro, el espíritu sustancial; y se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir al pie <strong>de</strong> <strong>la</strong> letra que en<br />

este mundo el sí mismo aún no existía; no era más que una sombra inefectiva. La<br />

coinci<strong>de</strong>ncia entre <strong>la</strong> individualidad y ' el <strong>de</strong>ber procedía <strong>de</strong>l hecho <strong>de</strong> que esta<br />

individualidad no hacía más que expresar una ley inmanente a el<strong>la</strong>. Creonte no vaci<strong>la</strong>ba<br />

en manifestar <strong>la</strong> ley humana <strong>de</strong> que era <strong>de</strong>positario por naturaleza, y lo mismo ocurría<br />

con Antígona respecto <strong>de</strong> <strong>la</strong> ley divina. Pero ahora, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l proceso <strong>de</strong> <strong>la</strong> cultura, el<br />

espíritu se ha reabsorbido por completo en el sí mismo, en <strong>la</strong> personalidad libre. En el<br />

lenguaje hegeliano, el espíritu ético era completamente verdad, pero le faltaba <strong>la</strong><br />

certeza absoluta <strong>de</strong> sí. Por el contrario, <strong>la</strong> buena consciencia es puramente certeza <strong>de</strong> sí,<br />

no expresa una ley, un or<strong>de</strong>n verda<strong>de</strong>ro; es <strong>la</strong> libertad leí sí mismo como hecho<br />

originario, como fuente <strong>de</strong> toda <strong>de</strong>cisión. Antígona seguía una ley cuyo origen<br />

ignoraba:<br />

«No es <strong>de</strong> ahora ni <strong>de</strong> ayer, sino <strong>de</strong> siempre<br />

<strong>la</strong> vida <strong>de</strong> este <strong>de</strong>recho, y nadie sabe cuándo se manifiesta.»<br />

Antígona era sólo <strong>la</strong> encarnación <strong>de</strong> <strong>la</strong> ley y <strong>la</strong> inmediatez <strong>de</strong> su <strong>de</strong>cisión traducía <strong>la</strong><br />

perfección <strong>de</strong> dicha encarnación. El sí mismo efectivo, al emerger <strong>de</strong>l espíritu<br />

sustancial, <strong>de</strong> <strong>la</strong>s costumbres <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciudad o <strong>de</strong> <strong>la</strong> familia, ha acabado conquistándolo<br />

todo para sí y ya no reconoce nada que pudiera valer in<strong>de</strong>pendientemente <strong>de</strong> su certeza<br />

interior, <strong>de</strong> su convicción propia. Esta convicción, precisamente, es lo que en a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte<br />

va a constituir <strong>la</strong> esencia y no un or<strong>de</strong>n inmanente o externo. «La buena consciencia no<br />

reconoce ningún contenido como absoluto para el<strong>la</strong>, puesto que es absoluta negatividad<br />

<strong>de</strong> todo lo <strong>de</strong>terminado. Por consiguiente, se <strong>de</strong>termina sólo por sí misma... Todo lo<br />

1048 Phénoménologie, II, p. 170 (Fenomenología, p. 369).

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