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Génesis y estructura de la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel

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pobreza.» Pero esta <strong>de</strong>sigualdad que se acentúa casi necesariamente en <strong>la</strong> sociedad es un<br />

<strong>de</strong>sgarramiento <strong>de</strong>l espíritu. El individuo ve su sí mismo fuera <strong>de</strong> él bajo <strong>la</strong> forma <strong>de</strong><br />

una cosa que no es ni lo universal, privado <strong>de</strong>l sí mismo <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Estado, ni <strong>la</strong><br />

ingenua naturaleza inorgánica <strong>de</strong>l espíritu. La contradicción resulta insuperable. El sí<br />

mismo no se aliena en otro sí mismo o en un po<strong>de</strong>r espiritual, sino en una cosa; <strong>de</strong>pen<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong> una cosa en <strong>la</strong> cual ya no pue<strong>de</strong> encontrarse a sí mismo, aunque dicha cosa sea <strong>la</strong><br />

abstracta encamación <strong>de</strong> su obra. Por eso, <strong>Hegel</strong> anotaba ya en el curso a que acabamos<br />

<strong>de</strong> referirnos: «Esta <strong>de</strong>sigualdad <strong>de</strong> <strong>la</strong> riqueza y <strong>de</strong> <strong>la</strong> pobreza se convierte en el más<br />

elevado <strong>de</strong>sgarramiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> voluntad, en rebeldía interior y odio.» 862<br />

En <strong>la</strong> Fenomenología <strong>la</strong> alienación <strong>de</strong>l sí mismo en <strong>la</strong> riqueza es el <strong>de</strong>sarrollo<br />

dialéctico que conduce al sí mismo al interior <strong>de</strong> él mismo, porque aquél<strong>la</strong> expresa el<br />

momento <strong>de</strong>l más profundo <strong>de</strong>sgarramiento. «La consciencia hal<strong>la</strong> ante el<strong>la</strong> su sí mismo<br />

como tal, que se ha hecho extraño, lo encuentra como una efectividad objetiva y sólida<br />

que <strong>de</strong>be recibir <strong>de</strong> otro sólido ser para sí. Su objeto es el ser para sí y, por tanto, lo que<br />

es suyo, pero, puesto que es objeto al mismo tiempo es inmediatamente una efectividad<br />

extraña que es ser para sí propio, voluntad propia; es <strong>de</strong>cir, que ve su sí mismo en po<strong>de</strong>r<br />

<strong>de</strong> una voluntad extraña; <strong>de</strong> esta voluntad <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> el que se le conceda.» 863 Cuando el<br />

po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Estado se realiza completamente y <strong>de</strong>viene un yo singu<strong>la</strong>r ya es negado, pues<br />

<strong>de</strong> él no queda más que una apariencia. Se hal<strong>la</strong> enteramente sometido al ser para sí y,<br />

sin embargo, todavía no es <strong>la</strong> sustancia completamente vuelta al sí mismo. El retorno al<br />

sí mismo, que marcará el término final <strong>de</strong> <strong>la</strong> dialéctica <strong>de</strong> <strong>la</strong> cultura, no se produce <strong>de</strong><br />

buenas a primeras, sino que el en sí negado es so<strong>la</strong>mente el ser para otro, <strong>la</strong> esencia que<br />

se sacrifica y se extien<strong>de</strong> sin ser todavía el propio ser para sí. Tal es <strong>la</strong> riqueza, el objeto<br />

que ahora se presenta al sí mismo, como antes lo hacía el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Estado. «En efecto,<br />

<strong>la</strong> riqueza es lo universal, sin duda sometida a <strong>la</strong> consciencia, pero que por esta primera<br />

supresión no ha retornado todavía <strong>de</strong> forma absoluta al sí mismo.» 864 Para alcanzar el<br />

término final <strong>de</strong> <strong>la</strong> dialéctica será necesario que el sí mismo tenga por objeto a sí mismo<br />

en tanto que sí mismo, que <strong>la</strong> alienación se aliene a su vez y que en su ser otro el sí<br />

mismo pueda encontrarse <strong>de</strong> nuevo idéntico a él mismo. Es en ese justo momento<br />

cuando el espíritu volverá a encontrarse a él mismo como sí mismo y no ya como el sí<br />

mismo inmediato <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong>l <strong>de</strong>recho, sino como el sí mismo que se ha hecho<br />

universal y que se sabe en toda alteridad. Este sí mismo absoluto, elevado por encima <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> sustancia, que ha penetrado esta sustancia y <strong>la</strong> ha reducido a sí mismo, será <strong>la</strong><br />

racionalidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> Aufklärung, el i<strong>de</strong>alismo <strong>de</strong> <strong>la</strong> intelección y <strong>de</strong> <strong>la</strong> Ilustración que<br />

presentará <strong>la</strong> Metafísica y querrá actualizar <strong>la</strong> Revolución Francesa.<br />

<strong>Hegel</strong> observa <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción entre autoconsciencia y riqueza como antes el<br />

<strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones entre <strong>la</strong> autoconsciencia y el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Estado. Esta re<strong>la</strong>ción<br />

es también resultado <strong>de</strong> una alienación. La consciencia noble ha tenido que renunciar a<br />

su sí mismo, a lo más íntimo que había en el<strong>la</strong>, para actualizar el Estado y, en realidad,<br />

hacerse dueña <strong>de</strong> él. Por eso, este sí mismo se le aparece como una realidad extraña, <strong>la</strong><br />

voluntad <strong>de</strong>l monarca que conce<strong>de</strong> o no el goce prometido. El sí mismo alienado se ha<br />

convertido en <strong>la</strong> riqueza, el ser para otro que hace posible el ser para sí. De este modo <strong>la</strong><br />

consciencia contemp<strong>la</strong> su sí mismo alienado bajo <strong>la</strong> forma <strong>de</strong> <strong>la</strong> riqueza. Su objeto no es<br />

algo distinto <strong>de</strong> el<strong>la</strong> misma, sino el<strong>la</strong> misma extrañada <strong>de</strong> sí. En este sentido, en <strong>la</strong><br />

dialéctica final <strong>de</strong> <strong>la</strong> razón observante, el yo se encontraba como una cosa y este juicio<br />

que en apariencia era el más pueril, resultaba ser en realidad el más profundo. 865 La<br />

862 HEGEL, Werke, ed. Lasson-Hoffmeister, XX, pp- 232-233.<br />

863 Phénoménologie, II, p. 75 (Fenomenología, p. 304).<br />

864 Phénoménologie. II. p. 74 (Fenomenología, p. 303).<br />

865 Cuando <strong>la</strong> razón observante formu<strong>la</strong>ba el juicio <strong>de</strong> que «el ser <strong>de</strong>l espíritu es un hueso» (cf.

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