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El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

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sólo pensar en él? Bueno, dijo “Tito”, reza para que eso no suceda.<br />

Pero si a pesar <strong>de</strong> todo suce<strong>de</strong> y yo no lo puedo remediar, ¿voy a<br />

consumirme en el infierno solamente por odiar a mi padre sin<br />

quererlo? “Tito Alba” titubeaba. Sus ojos <strong>de</strong>sorbitados, <strong>de</strong> párpados<br />

cortos, eran sin embargo cálidos y mansos. No se parecían a los <strong>de</strong><br />

don Bernardo. Dijo con poca voz: habla con el padre Toval. Cipriano<br />

se apresuró: lo hago todos los sábados. A “Tito Alba” le abrumaba el<br />

pesar <strong>de</strong> su amigo. Encontró un alivio al mirar a la pareja <strong>de</strong><br />

compañeros que los precedía: mira, dijo, ya está el guarro <strong>de</strong> “el<br />

Corcel” haciéndose una paja. Por él sí <strong>de</strong>bes rezar.<br />

Cipriano manoteaba excitado: pero tampoco pue<strong>de</strong>s echar sobre ti<br />

todos los pecados <strong>de</strong>l mundo, toda su porquería, ¿no es cierto?<br />

También el padre Toval advirtió su <strong>de</strong>sconcierto. Hablaron <strong>de</strong> los<br />

pecados que no producían placer sino dolor, como odiar o envidiar.<br />

<strong>El</strong> padre Toval llegó a <strong>de</strong>cirle que ofreciera a Dios el asco <strong>de</strong> su odio<br />

como una expiación, pero a Cipriano no le convencía. S...<br />

sería engañarme, padre, me engañaría a mí mismo y engañaría<br />

también a Dios. Ofrecerle mi odio sería envilecerme.<br />

<strong>El</strong> tercer año en el colegio resultó inquietante para Cipriano.<br />

Pese a la buena relación que mantenía con la mayor parte <strong>de</strong> los<br />

alumnos, <strong>de</strong> su aprovechamiento en las clases no se sentía<br />

satisfecho.<br />

Y no sólo eran sus escrúpulos <strong>de</strong> conciencia lo que le agobiaba.<br />

Empezó a atormentarle la injusticia humana, el hecho <strong>de</strong> que don<br />

Bernardo pudiera pagar la beca <strong>de</strong> tres compañeros que, por<br />

añadidura, <strong>de</strong>sconocían a su padre, para que él pudiera estudiar; el<br />

que “el Niño” tuviera que acudir a las llamadas <strong>de</strong> “el Corcel”<br />

aunque no le apeteciera y que aceptara ser humillado<br />

periódicamente porque carecía <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r; el que su carne empezase a<br />

<strong>de</strong>spertar y notase una extraña fuerza que transformaba su cuerpo y<br />

cuyas exigencias se imponían a su voluntad. Entonces empezó a<br />

compren<strong>de</strong>r a “el Corcel”, aunque aborreciera la violencia que<br />

ejercía sobre “el Niño”, para complacerse a sí mismo. Estas<br />

noveda<strong>de</strong>s modificaban su carácter, sentía arrebatos <strong>de</strong> agresividad,<br />

vivía en permanente <strong>de</strong>scontento consigo mismo. A veces, él mismo<br />

se sorprendía al arrogarse un papel justiciero que nadie le atribuía,<br />

como la noche que <strong>de</strong>tuvo a “el Niño” en la penumbra <strong>de</strong>l dormitorio<br />

cuando sumisamente acudía a la llamada <strong>de</strong> “el Corcel”:

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