El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba
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presentación para las monjas y celebró charlas <strong>de</strong> locutorio con las<br />
superioras: Eufrosina Ríos, María <strong>de</strong> Rojas y Catalina <strong>de</strong> Reinoso,<br />
respectivamente. Las tres eran incondicionales pero el Doctor<br />
<strong>de</strong>seaba saber si las nuevas i<strong>de</strong>as progresaban entre las novicias o<br />
permanecían estancadas. Su difusión era arriesgada en los<br />
conventos, al <strong>de</strong>cir <strong>de</strong>l Doctor, ya que nunca faltaban personas<br />
fanáticas prestas a ir con el cuento a la Inquisición. Eufrosina Ríos<br />
le confirmó los temores <strong>de</strong>l Doctor en el convento <strong>de</strong> Santa Clara. No<br />
obstante, había sido una novicia, Il<strong>de</strong>fonsa Muñiz, profundamente<br />
i<strong>de</strong>ntificada con la Reforma, la que había introducido en el convento<br />
el tratadito <strong>de</strong> Lutero “La libertad <strong>de</strong>l cristiano”, y estudiaba la<br />
mejor manera <strong>de</strong> difundirlo.<br />
Peor estaban las cosas en las Catalinas, don<strong>de</strong>, aparte el fervor <strong>de</strong><br />
María <strong>de</strong> Rojas, nada se había alterado y, dadas las circunstancias,<br />
según información <strong>de</strong> la superiora, mejor sería <strong>de</strong> momento no<br />
intentarlo. La sorpresa vino <strong>de</strong>l monasterio <strong>de</strong> Belén por boca <strong>de</strong><br />
Catalina <strong>de</strong> Reinoso, la priora.<br />
A través <strong>de</strong>l torno, con su voz nasal, muy monjil, Catalina le dio<br />
cuenta <strong>de</strong>l avance <strong>de</strong> las nuevas i<strong>de</strong>as intramuros. Eran muchas las<br />
religiosas que habían abrazado la teoría <strong>de</strong>l beneficio <strong>de</strong> Cristo y le<br />
facilitó la relación: Margarita <strong>de</strong> Santisteban, Marina <strong>de</strong> Guevara,<br />
María <strong>de</strong> Miranda, Francisca <strong>de</strong> Zúñiga, Felipa <strong>de</strong> Heredia y<br />
Catalina <strong>de</strong> Alcázar. <strong>El</strong> resto <strong>de</strong> la comunidad estaba bien orientado;<br />
únicamente le pedía al Doctor dos cosas: libros sencillos y un poco<br />
<strong>de</strong> paciencia. Cipriano anotó los nombres <strong>de</strong> las nuevas cristianas y<br />
los incorporó al fichero que guardaba en su <strong>de</strong>spacho y que, día a<br />
día, iba creciendo.<br />
Antes <strong>de</strong> partir para Ávila y Zamora, Cipriano Salcedo encargó al<br />
impresor Agustín Becerril una edición <strong>de</strong> cien ejemplares <strong>de</strong> “<strong>El</strong><br />
beneficio <strong>de</strong> Cristo”, tomando como base el manuscrito <strong>de</strong> Pedro<br />
Cazalla. Hombre guardoso, Becerril aceptó el encargo a cambio <strong>de</strong><br />
una pingüe cantidad y, sopesando pros y contras, se comprometió a<br />
editar los ejemplares a condición <strong>de</strong> que nadie más se enterase <strong>de</strong> la<br />
operación. Él mismo, sin ayudas, realizó la tirada y, una noche, al<br />
cabo <strong>de</strong> un mes, Cipriano recogía el paquete en su coche, en la<br />
trasera <strong>de</strong> la imprenta. La posibilidad <strong>de</strong> disponer <strong>de</strong> cien<br />
ejemplares <strong>de</strong> “<strong>El</strong> beneficio <strong>de</strong> Cristo” fue muy comentada y<br />
celebrada en el conventículo <strong>de</strong>l 16 <strong>de</strong> febrero. Ahora había que<br />
distribuir los libros con tacto, sin precipitaciones, procurando la<br />
mayor eficacia en su difusión.<br />
En Ávila conectó con doña Guiomar <strong>de</strong> Ulloa, mujer <strong>de</strong> alcurnia, que,<br />
<strong>de</strong> vez en cuando, celebraba tertulias cristianas en un palacio