12.05.2013 Views

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

pastoreaba por la mitad. Segundo Centeno ni lo pensó. Despidió a<br />

Telesforo, se amancebó con la Benita, la hija <strong>de</strong>l pastor <strong>de</strong> Wamba,<br />

Gildardo Albarrán, y relegó a la legítima a la condición <strong>de</strong> criada y<br />

esquiladora por seis reales al mes.<br />

Ante la gravedad <strong>de</strong>l problema, Teo se instaló en La Manga. Advirtió<br />

enseguida el reconcomio <strong>de</strong> Petronila aunque ésta no pronunciase<br />

palabra y anduviera todo el día por la casa con la mirada huida,<br />

haciendo visajes y aspavientos.<br />

Pero don Segundo volvía sobre el tema cada mañana. La obligaba a<br />

hacer la cama adulterina todavía caliente y a lavar la ropa interior<br />

<strong>de</strong> la pareja. <strong>El</strong> resto <strong>de</strong>l día lo pasaba Petronila pelando borregos.<br />

No <strong>de</strong>cía palabra. Se sentaba a esquilar en el tajuelo y no abría la<br />

boca por mucho que “la Reina <strong>de</strong>l Páramo” se esforzara en entablar<br />

conversación con ella. Una noche, Teo salió a dar un paseo y le<br />

pareció ver entre dos luces la silueta furtiva <strong>de</strong> un hombre<br />

escondiéndose entre las encinas. Habló a su padre seriamente: no<br />

<strong>de</strong>bía exponerse así. Debería cambiar <strong>de</strong> actitud. No había hombre<br />

que aceptara con los brazos cruzados su <strong>de</strong>spido y la vejación<br />

reiterada <strong>de</strong> su hija. Por su parte, Gildardo Albarrán se movía ahora<br />

por la finca con la misma libertad que si fuera suya. Se reunía con<br />

don Segundo en la sala, entraba en la casa por la puerta principal y<br />

charlaban largo rato como iguales, eso sí sin que Gildardo pidiera<br />

nada. Visto lo <strong>de</strong>l Telesforo y aleccionado por su fracaso, sabía que<br />

al señor Centeno era preferible entrarle por las buenas que por las<br />

malas.<br />

Así las cosas, la vieja aspiración <strong>de</strong> Teo se atenuaba. Se preocupaba<br />

menos <strong>de</strong> ser madre que <strong>de</strong> conservar a su padre. Y cuando Cipriano<br />

la visitaba, una vez por semana, tenía ocasión <strong>de</strong> <strong>de</strong>partir con él<br />

como en los buenos tiempos:<br />

paseando por el monte, levantando <strong>de</strong> las encinas bandos <strong>de</strong><br />

torcaces con los buches repletos <strong>de</strong> bellotas, o viendo apeonar a las<br />

becadas en el calvero. Cipriano creía en la terapia <strong>de</strong> la distracción<br />

y confiaba en que Teo volviese a su vida normal y le concediera un<br />

plazo razonable antes <strong>de</strong> dar por fracasado su matrimonio. Pero<br />

dormía mal. Al regatearle Teo el cobijo <strong>de</strong> su axila, la cabeza se le<br />

enfriaba, se le <strong>de</strong>sgobernaba en la noche, durante el sueño y, al<br />

levantarse, le mortificaba la tortícolis. Volvía a ser el niño<br />

<strong>de</strong>sprotegido que había sido. Y utilizaba gorras, sombreros y hasta<br />

capuchas forradas <strong>de</strong> piel, como sucedáneos. Al propio tiempo<br />

trataba <strong>de</strong> llenar la prolongada ausencia <strong>de</strong> Teo con frecuentes<br />

visitas a sus tíos. Doña Gabriela, muy satisfecha en su condición <strong>de</strong>

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!