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El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

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—¿También ha muerto?<br />

—<strong>El</strong> niño, no, don Néstor. <strong>El</strong> niño vive, pero ¡a qué precio!<br />

Inevitablemente salió el tema <strong>de</strong> la silla <strong>de</strong> partos y don Bernardo,<br />

pese a los tristes recuerdos, reconoció su eficacia:<br />

—<strong>El</strong> niño estaba opilado —dijo—, pero la silla flamenca facilitó su<br />

expulsión. Desgraciadamente la silla no pudo evitar las fiebres <strong>de</strong><br />

doña Catalina ni su posterior fallecimiento.<br />

Le había sentado entre los dos can<strong>de</strong>labros y don Néstor parpa<strong>de</strong>aba<br />

contrariado, lamentando que ni siquiera la silla flamenca hubiera<br />

podido evitar la <strong>de</strong>sgracia. Pero como buen comerciante encontró<br />

enseguida la salida pertinente:<br />

—Todo esto que me cuenta es muy sensible, amigo Salcedo, pero<br />

Nuestro Señor, ser previsor, hizo posible que todos los males <strong>de</strong> esta<br />

vida tengan remedio. Un hombre no pue<strong>de</strong> vivir sin mujer y, bien<br />

mirado, la mujer no es más que un repuesto para el hombre, una<br />

pieza <strong>de</strong> recambio. Usted <strong>de</strong>be casarse otra vez.<br />

Don Bernardo agra<strong>de</strong>cía esta conversación confi<strong>de</strong>ncial con el gran<br />

comerciante castellano, pero no <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> mortificarle, <strong>de</strong><br />

mantenerle en tensión el tema <strong>de</strong> que trataban:<br />

—<strong>El</strong> tiempo dirá, don Néstor —dijo cuitadamente.<br />

—Y ¿por qué no ganar al tiempo por la mano? La vida es breve y<br />

sentarse a esperar no es la fórmula pertinente; no tenemos <strong>de</strong>recho<br />

a cruzarnos <strong>de</strong> brazos. Aquí me tiene vuesa merced, tres<br />

matrimonios en treinta años y ninguna <strong>de</strong> las tres mujeres me negó<br />

<strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia. <strong>El</strong> comercio <strong>de</strong> la lana con Flan<strong>de</strong>s está asegurado<br />

por tres generaciones.<br />

Atropelladamente le vinieron a Salcedo varios temas a la cabeza:<br />

el problema <strong>de</strong> su <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia, la humillante prueba <strong>de</strong>l ajo, el juro<br />

<strong>de</strong> doña Catalina, pero únicamente dijo con un hilo <strong>de</strong> voz:<br />

—Me temo que yo sea hombre <strong>de</strong> una sola mujer, don Néstor.<br />

Cuando sonreía, el rostro <strong>de</strong> don Néstor se llenaba <strong>de</strong> arrugas.<br />

Al fruncírsele la máscara <strong>de</strong>l maquillaje envejecía diez años:

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