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El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

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hasta que la coroza se <strong>de</strong>sprendió hecha un gurruño y cayó al suelo.<br />

En el forcejeo se soltó también la mordaza y Herrezuelo empezó a<br />

insultar a Cazalla y a jurar como un poseído contra Dios y la Virgen<br />

hasta que los familiares lograron acallarle echándosele encima.<br />

Las cosas aparentaron serenarse una vez en la calle, cuando los<br />

reos, en filas <strong>de</strong> a dos, acompañados por familiares <strong>de</strong> la<br />

Inquisición, empezaron a formar la comitiva. Delante <strong>de</strong> Cipriano<br />

caminaba don Carlos, esforzándose por avanzar erguido, por no<br />

per<strong>de</strong>r la dignidad. Precediéndole, menudo y cargado <strong>de</strong> espaldas,<br />

como si llevara una cruz a cuestas, avanzaba el Doctor y, abriendo<br />

marcha, fray Domingo <strong>de</strong> Rojas, con la misma imperturbable<br />

indiferencia con que había vivido el año <strong>de</strong> prisión.<br />

Eran apenas las cinco <strong>de</strong> la mañana pero un incierto resplandor<br />

lechoso anunciaba el día por encima <strong>de</strong> los tejados. A la cabeza <strong>de</strong><br />

la procesión, a caballo, portado por el fiscal <strong>de</strong>l reino, flameaba el<br />

estandarte <strong>de</strong> la Inquisición, con el blasón <strong>de</strong> Santo Domingo<br />

bordado, seguido por los reos reconciliados, con cirios en las manos<br />

y sambenitos con el aspa <strong>de</strong> San Andrés. Y, tras ellos, dos dominicos<br />

portando la enseña carmesí <strong>de</strong>l Pontificado y la cruz enlutada <strong>de</strong> la<br />

iglesia <strong>de</strong>l Salvador, precedían a los reos relajados, <strong>de</strong>stinados a la<br />

hoguera, con sambenitos <strong>de</strong> <strong>de</strong>monios y llamas y corozas <strong>de</strong>coradas<br />

con los mismos motivos. Mezclados con ellos, con atuendos<br />

semejantes, atados a altas pértigas, <strong>de</strong>sfilaban los muñecos <strong>de</strong> los<br />

con<strong>de</strong>nados en efigie, burlescas reproducciones <strong>de</strong> sus mo<strong>de</strong>los, uno<br />

<strong>de</strong> ellos representando a doña Leonor <strong>de</strong> Vivero, cuyo ataúd, con el<br />

cuerpo <strong>de</strong>senterrado y llevado a hombros en la procesión por cuatro<br />

familiares, sería también arrojado al fuego.<br />

<strong>El</strong> resto <strong>de</strong> la comitiva, esto es, los con<strong>de</strong>nados a penas menores,<br />

iban <strong>de</strong>trás, encabezados por cuatro lanceros a caballo, anunciando<br />

a las comunida<strong>de</strong>s religiosas <strong>de</strong> la villa y al grupo <strong>de</strong> cantores, que<br />

avanzaba calle arriba entonando a media voz el himno “Vexilla<br />

regis”, propio <strong>de</strong> las solemnida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Semana Santa.<br />

Aferrado a los brazos <strong>de</strong> sus acompañantes, Cipriano Salcedo se<br />

movía casi a ciegas y, aunque paulatinamente iba insinuándose el<br />

día, únicamente veía cuando alzaba la cabeza y sus pupilas<br />

enfocaban el objetivo en línea recta. De esta guisa divisó las dos<br />

<strong>de</strong>nsas murallas humanas que les abrían calle, <strong>de</strong> ordinario<br />

afligidas y silenciosas, aunque nunca faltaba la voz <strong>de</strong>sgarrada <strong>de</strong><br />

algún mozalbete, que aprovechaba la impunidad <strong>de</strong> la masa para<br />

insultarlos.

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