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El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

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especie <strong>de</strong> calendario. Los cuatro días <strong>de</strong> abstinencia recomendados<br />

por el doctor Galache estaban recuadrados en rojo. Sonrió con<br />

remota picardía:<br />

—No trates <strong>de</strong> engañarme —dijo—. Tengo un cuadro igual a éste en<br />

la cabecera <strong>de</strong> mi lecho.<br />

Las aguas habían vuelto a su cauce. Teo exultaba. No se dada<br />

cuenta <strong>de</strong> que había sido vencida.<br />

Por su parte, recobrada la libertad, conforme con las indicaciones <strong>de</strong><br />

Seso, Cipriano <strong>de</strong>cidió visitar al doctor Cazalla. No le encontró en<br />

casa pero le recibió su madre, doña Leonor <strong>de</strong> Vivero, una mujer <strong>de</strong><br />

edad que sin embargo conservaba una vigorosa lozanía. Una piel<br />

fresca, sus ojos azules y vivaces, la serena coordinación <strong>de</strong><br />

movimientos, su <strong>de</strong>nso cabello blanco, alejaban cualquier i<strong>de</strong>a <strong>de</strong><br />

senectud.<br />

Una galera <strong>de</strong> brocado hasta los pies y la gorguera <strong>de</strong> lechuguilla<br />

blanca terminaban <strong>de</strong> perfilar su figura. Sonreía al hablar, con una<br />

sonrisa <strong>de</strong>ntona, como si le conociera <strong>de</strong> toda la vida. Pedro le había<br />

hablado <strong>de</strong> él, <strong>de</strong> su <strong>de</strong>voción, <strong>de</strong> su probidad, <strong>de</strong> su buena<br />

disposición hacia el prójimo.<br />

Agustín regresaría tar<strong>de</strong>; tenía una reunión en el cabildo. <strong>El</strong><br />

pequeño gabinete don<strong>de</strong> se encontraban era un trasunto <strong>de</strong>l resto <strong>de</strong><br />

la casa agobiada y oscura, don<strong>de</strong> los muebles pesados, <strong>de</strong> mucho<br />

bulto, ocupaban la mayor parte <strong>de</strong>l espacio disponible. Únicamente<br />

la sala <strong>de</strong> reuniones, el oratorio, que doña Leonor le mostró solícita,<br />

escapaba <strong>de</strong> la norma. Era una habitación <strong>de</strong>sahogada a costa <strong>de</strong>l<br />

resto <strong>de</strong> la casa, el techo <strong>de</strong> vigas vistas, sin otro menaje que un<br />

pequeño estrado con una mesa y dos sillas y una larga fila <strong>de</strong><br />

escañiles:<br />

—Aquí celebramos nuestras reuniones mensuales explicó doña<br />

Leonor—. Espero que vuesa merced nos haga el honor <strong>de</strong><br />

acompañarnos en la próxima. Agustín le dará las instrucciones<br />

precisas.<br />

La capilla no tenía otra ventilación que un angosto hueco a poniente<br />

con la contraventana almohadillada para amortiguar los ruidos y la<br />

luz.<br />

Cipriano volvió con frecuencia por casa <strong>de</strong> doña Leonor <strong>de</strong> Vivero.<br />

Era una mujer tan abierta y esparcida que no le importaba que el<br />

Doctor se retrasara. También ella le recibía con muestras <strong>de</strong>

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