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El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

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sentimental <strong>de</strong> los pájaros. Pero Cazalla, insensible, atascaba <strong>de</strong><br />

nuevo la pólvora en el tubo con la baqueta.<br />

—¿No le ha gustado? —dijo—.<br />

Es un método <strong>de</strong> caza limpio, casi científico.<br />

Salcedo <strong>de</strong>negó con la cabeza:<br />

—Me parecen <strong>de</strong>shonestos los juegos con el amor. ¿Por qué disparó<br />

vuesa merced?<br />

Cazalla encogió los hombros.<br />

Por la tronera se divisaba al perdigón enjaulado, ahuecando las<br />

plumas, pavoneándose <strong>de</strong> su hazaña:<br />

—No tengo otra salida —dijo—.<br />

Si no disparase, el perdigón se malearía y no volvería a cantar.<br />

La muerte es necesaria para que el prisionero siga incitando al<br />

campo.<br />

De nuevo volvía el silencio.<br />

Por la mirilla se <strong>de</strong>scubría el páramo lleno <strong>de</strong> luz. Un majano, a la<br />

<strong>de</strong>recha, producía una sombra negra y escueta. La hierba era prieta<br />

y fresca y Salcedo se dijo que no estaría <strong>de</strong> más un buen rebaño en<br />

Pedrosa. Hablaría con Martín Martín. También aquí, como en La<br />

Manga, abundaban las piedras en los perdidos. Cazalla <strong>de</strong>senvolvía<br />

un pequeño paquete y alargó un pastel a Salcedo. Los había<br />

preparado su hermana Beatriz. <strong>El</strong> macho <strong>de</strong> la jaula parecía<br />

repuesto, olvidado <strong>de</strong> su adversario, y volvía a engallarse y a<br />

convocar al campo.<br />

La escena inicial volvió a repetirse media hora más tar<strong>de</strong>, pero<br />

ahora entró solamente un macho, un macho viudo o soltero,<br />

<strong>de</strong>sparejado.<br />

Cazalla, nervioso con la <strong>de</strong>mora <strong>de</strong>l arma, erró el disparo cuando el<br />

animal se abalanzaba sobre la jaula. Contra lo que Salcedo<br />

esperaba, Pedro Cazalla no se enfadó.

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