El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba
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También los escañiles iban quedando para los pobres. Su lugar lo<br />
ocupaban ahora sillas <strong>de</strong> cuero u otras <strong>de</strong> estilo francés. Pero la<br />
transformación <strong>de</strong> la casa no se <strong>de</strong>tuvo ahí. <strong>El</strong> dormitorio <strong>de</strong>l<br />
matrimonio pasó <strong>de</strong> la eficacia a la coquetería. La vieja cama <strong>de</strong><br />
hierro fue reemplazada por otra forrada <strong>de</strong> damasco carmesí<br />
cubierta por baldaquino <strong>de</strong> brocado <strong>de</strong> oro.<br />
Frente a la cama, Teo instaló un tocador <strong>de</strong> caoba con los enseres <strong>de</strong><br />
plata y, junto a la puerta, un gran arcón forrado <strong>de</strong> piel <strong>de</strong> ternera<br />
para la ropa <strong>de</strong> cama. Sin embargo, las copias <strong>de</strong> cuadros, que<br />
distribuyó por la parte noble <strong>de</strong> la casa, no tuvieron acceso al<br />
santuario matrimonial, tan venido a menos, don<strong>de</strong> las pare<strong>de</strong>s<br />
estaban <strong>de</strong>coradas por guardamecíes dorados y, presidiéndolo todo,<br />
sobre el lecho, un crucifijo encargado ex profeso a don Alonso <strong>de</strong><br />
Berruguete. En el mismo estilo, ennobleciendo puertas y ventanas y<br />
dando entrada a tapices y alfombras, <strong>de</strong>coró Teo la sala y el<br />
comedor. Únicamente quedaron en su antiguo estado las buhardillas<br />
<strong>de</strong>l piso alto, los trasteros y la habitación <strong>de</strong> Vicente, el criado, junto<br />
a las cuadras, en la planta baja, que era intocable.<br />
Pero el cambio más importante que experimentó la casa <strong>de</strong> la<br />
Corre<strong>de</strong>ra fue el relativo al ajuar:<br />
toallas bordadas a punto real, sábanas <strong>de</strong> Flan<strong>de</strong>s, pañuelos y<br />
pañitos <strong>de</strong> Holanda, almohadones alemanes y toda clase <strong>de</strong> ropa,<br />
incluida la interior, abarrotaban los gigantescos armarios. Y sobre<br />
anaqueles y rinconeras, juegos <strong>de</strong> té, jarras y can<strong>de</strong>labros, en plata<br />
y oro proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> las Indias. De oro y plata eran también las<br />
cuberterías, vinajeras, cascanueces, azucareros y saleros, or<strong>de</strong>nados<br />
en el aparador, frente al cual, en el juguetero veneciano, se exhibían<br />
porcelanas y cristales <strong>de</strong> Bohemia <strong>de</strong> exquisitas formas y tonos.<br />
A Cipriano no <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> conmoverle el tesón <strong>de</strong> Teo por superar su<br />
pasado <strong>de</strong> esquiladora, no <strong>de</strong> olvidarlo, puesto que aparte <strong>de</strong>l<br />
“Obstinado”, el ruin penco que conservó hasta su muerte, guardaba<br />
en su armario personal, como una reliquia, junto a ricas prendas <strong>de</strong><br />
“ruan” y “holandas,” el acial y los juegos <strong>de</strong> tijeras y cuchillos <strong>de</strong><br />
trasquilar, merced a los cuales obtuvo un día el título <strong>de</strong> “Reina <strong>de</strong>l<br />
Páramo”. Cipriano <strong>de</strong>jaba que las cosas marcharan a su aire. No le<br />
<strong>de</strong>sagradaban ni la molicie que el cambio hogareño comportaba ni<br />
la pasión que Teo ponía en ello. A veces, Teo y la tía Gabriela<br />
llegaban cargadas <strong>de</strong> chucherías al caer la tar<strong>de</strong>, Crisanta les<br />
servía unas pastas y un refresco y los tres charlaban largo rato<br />
sobre los nuevos proyectos y las últimas adquisiciones.