12.05.2013 Views

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Estaba tan habituado a pasar inadvertido que aquel <strong>de</strong>talle le<br />

conmovió. Con todo se reafirmó en la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que “la Reina <strong>de</strong>l<br />

Páramo” resultaba excesiva mujer para ser bella, pero tan pronto se<br />

apeó <strong>de</strong>l caballo y ella le tendió la mano, él quedó preso <strong>de</strong> su<br />

hechizo, <strong>de</strong> sus ojos melosos, calientes y protectores, sensación que<br />

no le abandonó en toda la tar<strong>de</strong>.<br />

Luego, junto al bardo, viendo actuar al bichero, <strong>de</strong> rodillas como<br />

estaba, apenas divisaba los finos botines <strong>de</strong> tafilete rojo <strong>de</strong> la<br />

muchacha cuya presencia le arropaba.<br />

Su padre iba y venía, trajinaba inútilmente, hacía observaciones<br />

obvias al bichero y éste, fingiendo aten<strong>de</strong>r sus indicaciones, iba<br />

colocando capillos sobre las huras y, <strong>de</strong> vez en cuando, golpeaba con<br />

los nudillos la vieja caja <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra don<strong>de</strong> se oía rebullir algo vivo,<br />

como reprendiendo a alguien:<br />

—¡Quietos, a dormir! —<strong>de</strong>cía.<br />

—P... pero, ¿qué lleva ahí?<br />

—Los bichos, claro.<br />

—¿Qué bichos si no es mala pregunta?<br />

—Los hurones. ¿Qué bichos quería vuesa merced que llevara?<br />

Tenían un agudo hociquillo <strong>de</strong> rata y eran largos y <strong>de</strong>lgados como<br />

culebras peludas. <strong>El</strong> señor Avelino se movía diligentemente y trataba<br />

a los hurones con <strong>de</strong>ferencia, les <strong>de</strong>dicaba palabras dulces y<br />

afectuosas y, <strong>de</strong> cuando en cuando, escupía en la palma <strong>de</strong> la mano<br />

y <strong>de</strong>jaba que el bicho sorbiera la saliva con <strong>de</strong>leite. Y, cuando más<br />

<strong>de</strong> la mitad <strong>de</strong> las huras <strong>de</strong>l bardo estuvieron cubiertas por los<br />

capillos, el señor Avelino introdujo dos hurones en dos bocas<br />

distantes entre sí y quedó un rato relajado, a la expectativa. Se<br />

produjo un tamborileo sordo, subterráneo, bajo el vivar:<br />

—¿Los oye vuesa merced? Hay barullo <strong>de</strong>ntro.<br />

—¿Barullo?<br />

—<strong>El</strong> bicho ya anda tras los conejos. Los achucha. ¿No los oye? A la<br />

postre no les quedará otro remedio que salir.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!