12.05.2013 Views

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Apuesto a que con cualquiera <strong>de</strong> ellas pasaría vuesa merced buenos<br />

ratos, señor Salcedo —concluyó.<br />

Más cohibido que estimulado, don Bernardo optó por la Clara Ribera.<br />

En la cama le placía una muchacha viva, atrevida, incluso<br />

<strong>de</strong>scarada. Si es así, añadió María <strong>de</strong> las Casas, con la Clara<br />

quedaría vuesa merced complacido.<br />

<strong>El</strong> señor Salcedo convino con “la Ponedora” que las esperaba el<br />

martes siguiente pero que quedaba claro que en principio no existía<br />

compromiso alguno. Pero cuando, cuatro días más tar<strong>de</strong>, la María <strong>de</strong><br />

las Casas se presentó en el almacén con la muchacha, a don<br />

Bernardo se le cayó el alma a los pies.<br />

La Clara Ribera era <strong>de</strong>cididamente bizca y pa<strong>de</strong>cía un tic en la boca,<br />

como un fruncimiento intermitente en la comisura izquierda, que<br />

dificultaba la concentración <strong>de</strong>l presunto amante. ¿Dón<strong>de</strong> besarla?<br />

—Más que viva esta chica es nerviosa, María. Antes que nada<br />

necesita un tratamiento, que la vea un médico.<br />

La María <strong>de</strong> las Casas le levantó la saya y mostró un muslo blanco,<br />

amorcillado, <strong>de</strong>masiado fofo y <strong>de</strong>smayado para una chica tan joven.<br />

—Mire qué carnes más ricas, señor Salcedo. Más <strong>de</strong> uno y más <strong>de</strong> dos<br />

darían una fortuna por <strong>de</strong>sflorarla.<br />

La Clara Ribera miraba el calendario <strong>de</strong> pared, el brasero contiguo a<br />

sus zapatos, el ventano que se abría sobre el patio, pero por mucha<br />

ligereza que mostraba por recorrer con la vista el almacén, el ojo<br />

izquierdo no acababa <strong>de</strong> centrarse. Parecía que nada <strong>de</strong> lo que allí<br />

se estaba discutiendo fuera con ella. La María <strong>de</strong> las Casas empezó<br />

a impacientarse:<br />

—Lo primero que tiene que hacer vuesa merced es franquearse en<br />

este asunto: ¿<strong>de</strong>sea moza para retozar un par <strong>de</strong> veces a la semana<br />

o para mantenida?<br />

La pregunta pareció ofen<strong>de</strong>r a don Bernardo Salcedo:<br />

—Para mantenida, claro, creí que Dionisio se lo había advertido.<br />

Tengo una casa a su disposición. Soy una persona seria.<br />

María <strong>de</strong> las Casas cambió <strong>de</strong> actitud. La respuesta <strong>de</strong> don Bernardo<br />

le abría nuevas perspectivas.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!