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El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

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—Sí —dijo éste—. No dudo que la medicina progresa, pero ¿cómo<br />

tener hoy una relación carnal con una mujer sin arriesgar nuestra<br />

salud en el empeño? Yo no pienso volver a casarme, Manrique, no soy<br />

hombre que guste <strong>de</strong> andar dos veces el mismo camino, pero ¿cómo<br />

<strong>de</strong>sahogar mis apetencias sin riesgo?<br />

Dionisio parpa<strong>de</strong>aba, indicio en él <strong>de</strong> cavilación:<br />

—La seguridad que vuesa merced pi<strong>de</strong> sólo tiene una solución.<br />

Hacerlo con una virgen; sólo con ella.<br />

—Y ¿dón<strong>de</strong> encuentra uno una virgen en este pueblo fornicador,<br />

Manrique?<br />

Se acentuó el parpa<strong>de</strong>o <strong>de</strong>l empleado:<br />

—Eso no es difícil, don Bernardo. Para eso están las ponedoras. Las<br />

mujeres <strong>de</strong>l Páramo son más baratas y más <strong>de</strong> fiar, seguramente<br />

porque pasan más necesidad que las <strong>de</strong> las tierras bajas. Con una<br />

particularidad, si ven en el cliente una persona respetable son<br />

capaces <strong>de</strong> confiarle su propia hija. Si usted no tiene inconveniente<br />

le pondré en contacto con una.<br />

Tres días más tar<strong>de</strong> se presentó en el almacén María <strong>de</strong> las Casas,<br />

la ponedora más laboriosa <strong>de</strong>l Páramo. Pasaba por mediadora <strong>de</strong><br />

criadas pero, en realidad, era una alcahueta. Dionisio Manrique<br />

salió <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spacho para que su jefe pudiera expresarse sin trabas.<br />

María <strong>de</strong> las Casas no callaba.<br />

Le habló <strong>de</strong> tres muchachas vírgenes <strong>de</strong>l Páramo, dos <strong>de</strong> diecisiete<br />

años y una tercera <strong>de</strong> dieciséis.<br />

Las <strong>de</strong>scribió minuciosamente: todas eran fuertes (ya sabe usted que<br />

la criatura que sobrevive en el Páramo lo es, le había dicho) y<br />

serviciales. La Clara Ribera es más opulenta y atractiva que las<br />

otras dos pero, a cambio, la Ana <strong>de</strong> Cevico sabe cocinar mejor que<br />

una profesional. Lo mismo que en la Mancebía <strong>de</strong> la Villa, don<br />

Bernardo Salcedo empezó a sentir repugnancia <strong>de</strong> sí mismo. Aquélla<br />

era una conversación semejante a la que dos gana<strong>de</strong>ros sostenían<br />

antes <strong>de</strong> cerrar el trato. Por otro lado, la María <strong>de</strong> las Casas le<br />

mareaba con su cháchara. Pensaba en la discreción <strong>de</strong> Minervina, se<br />

le imponía su imagen y sacudía la cabeza para ahuyentarla. En<br />

cuanto a limpia, relimpia, ninguna le gana a la Máxima Antolín, <strong>de</strong><br />

Castro<strong>de</strong>za; su casa y su persona están como los chorros <strong>de</strong>l oro.

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