12.05.2013 Views

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

La opinión <strong>de</strong> su tío no le satisfizo. Le había sorprendido que, tras la<br />

exposición objetiva <strong>de</strong> su vida, don Ignacio hubiera rematado la<br />

semblanza con aquellas palabras <strong>de</strong>spectivas: “empinado” y “fatuo”.<br />

¿Cómo podía serlo aquella personilla oscura, <strong>de</strong>licada, que parecía<br />

ofrecerse en holocausto cada vez que subía al púlpito? Se lo dijo a<br />

su tío tras una pausa.<br />

—No me refería a las apariencias —replicó éste—. Una cabeza<br />

organizada en una naturaleza flaca, eso es lo que me parece el<br />

doctor Cazalla. Tengo para mí que el Doctor esperaba <strong>de</strong>l Emperador<br />

una distinción honorífica que nunca ha llegado. He ahí la causa <strong>de</strong><br />

su <strong>de</strong>specho.<br />

Cipriano Salcedo se confió:<br />

—Disfruto escuchándole —dijo— pero, al cabo <strong>de</strong> un tiempo, sus<br />

palabras me <strong>de</strong>jan un regusto áspero, como <strong>de</strong> ceniza.<br />

Don Ignacio miraba a su sobrino con aire dominante:<br />

—¿No será que plantea problemas que no resuelve?<br />

Esta frase <strong>de</strong> su tío, formulada como al <strong>de</strong>sgaire, le produjo mucho<br />

efecto. Éste era el doctor Cazalla. Su aproximación cautelosa a los<br />

gran<strong>de</strong>s problemas <strong>de</strong>spertaba la atención <strong>de</strong>l auditorio, pero el<br />

orador, en palabras cada vez más próximas al meollo <strong>de</strong>l asunto, no<br />

terminaba <strong>de</strong> afrontarlos. Dejaba las soluciones en el tintero. Quizá<br />

lo hacía adre<strong>de</strong> o le faltaba convicción.<br />

En su siguiente viaje a La Manga habló con Teodomira y su padre<br />

sobre el nuevo predicador.<br />

Teodomira no había oído hablar <strong>de</strong> él y don Segundo <strong>de</strong>sconfiaba <strong>de</strong><br />

las nuevas voces. <strong>El</strong> mundo, para él, estaba lleno <strong>de</strong> salvadores que,<br />

en el fondo, eran unos consumados herejes. La gente, especialmente<br />

los frailes, se erigían en teólogos, pero eran teólogos <strong>de</strong> pacotilla,<br />

sin ninguna preparación. Cipriano le hizo ver que Cazalla no era<br />

fraile, incluso que evitaba los conventos para exponer su doctrina,<br />

pero don Segundo le advirtió que eso no constituía ninguna<br />

garantía, que seguramente no pasaba <strong>de</strong> ser una táctica. Salcedo le<br />

miraba, miraba su cachucha que no se sacaba <strong>de</strong> la cabeza ni en el<br />

interior <strong>de</strong> la casa, los bor<strong>de</strong>s sudados, <strong>de</strong> un color marrón <strong>de</strong>svaído,<br />

y no veía en él a un serio antagonista <strong>de</strong> Cazalla. <strong>El</strong> señor Centeno<br />

era un ser primario y, como toda persona elemental, dispuesto a

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!