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El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

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Al cabo, comieron solos, atendidos por la anciana Lucrecia y su<br />

nuera, y Salcedo comunicó a su rentero que, con ocasión <strong>de</strong>l<br />

fallecimiento <strong>de</strong> su esposa, había reflexionado y estaba dispuesto a<br />

compartir la propiedad con él; Martín la trabajaría y él correría con<br />

los gastos <strong>de</strong> explotación. Era una oferta tan inusitada y generosa<br />

que al rentero se le cayó la cuchara en el plato. No sé si acabo <strong>de</strong><br />

enten<strong>de</strong>r..., balbuceó, pero Cipriano le interrumpió: lo que has<br />

entendido es lo que he dicho, la propiedad <strong>de</strong> las tierras la<br />

partiremos entre tú y yo, tú aportarás tu sudor y yo mi dinero. Los<br />

beneficios a partes iguales. Remató su breve discurso con una frase<br />

mendaz:<br />

—Era voluntad <strong>de</strong> la difunta —dijo.<br />

Martín Martín quería dar las gracias, pero no acertaba, mientras<br />

Cipriano le anticipaba que su tío, el oidor, formalizaría el nuevo<br />

contrato, pero que también era su <strong>de</strong>seo mejorar los salarios <strong>de</strong> la<br />

gañanía y que a cómo se pagaba la jornada en las viñas <strong>de</strong> Pedrosa.<br />

<strong>El</strong> rentero puso cara <strong>de</strong> circunstancias: bajos, los salarios eran<br />

bajos, un obrero podía cobrar cincuenta maravedíes pero un<br />

vendimiador no llegaba a la mitad. Había que subirlos, era<br />

apremiante mejorar las condiciones <strong>de</strong> vida en Pedrosa y él,<br />

Cipriano, como mayor terrateniente, tenía que dar ejemplo. Habló <strong>de</strong><br />

doblar los salarios <strong>de</strong> los jornaleros, <strong>de</strong> los braceros ocasionales,<br />

pero el rentero se llevó las manos a la cabeza:<br />

—Pero ¿ha pensado vuesa merced en lo que propone? <strong>El</strong> pequeño<br />

labrantín no podrá soportar tamaña competencia. Nadie querrá<br />

trabajar en Pedrosa por menos <strong>de</strong> lo que nosotros <strong>de</strong>mos. <strong>El</strong> campo<br />

se hundiría.<br />

Cipriano empezaba a intuir que la donación también constituía un<br />

problema, pero, al propio tiempo, no quería renunciar a su largueza.<br />

Había que estudiar las cosas <strong>de</strong>spacio, con personas y abogados<br />

competentes. Se daba cuenta <strong>de</strong> que su <strong>de</strong>cisión, <strong>de</strong> la manera<br />

simple en que la había concebido, se haría popular entre los<br />

asalariados pero impopular entre los terratenientes.<br />

Era preciso reflexionar y actuar sin apremios, con la cabeza fría.<br />

Esa misma tar<strong>de</strong>, salió <strong>de</strong> paseo con Pedro Cazalla, quien elogió su<br />

<strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> hacer un nuevo contrato con Martín Martín. <strong>El</strong> campo<br />

estaba en situación crítica y los que vivían <strong>de</strong> él abocados a la<br />

miseria. Ganaban poco y el fisco y la Iglesia, con tributos y diezmos,

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