12.05.2013 Views

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

seguridad <strong>de</strong> que Nuestro Señor le escuchaba, le observaba con un<br />

remoto aire <strong>de</strong> complicidad. Entonces Cipriano Salcedo, humillado,<br />

en pleno éxtasis, le formuló las dos ofrendas que había venido<br />

madurando durante el camino: su sexualidad y su dinero. Íntimos<br />

compromisos <strong>de</strong> castidad y pobreza. Renuncia <strong>de</strong>finitiva a todo<br />

contacto carnal y reparto <strong>de</strong> sus bienes con quienes le habían<br />

ayudado a crearlos. Nunca había sentido especial apego al dinero<br />

pero el firme propósito <strong>de</strong> <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rse <strong>de</strong> él le produjo una<br />

adventicia sensación <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r.<br />

Esa noche durmió mal, vestido, tendido sobre la cama, sin cubrirse<br />

y, muy <strong>de</strong> mañana, Crisanta, la doncella, le pasó un correo urgente<br />

<strong>de</strong> Medina <strong>de</strong>l Campo. Era <strong>de</strong>l director <strong>de</strong>l hospital y le notificaba<br />

que su esposa, doña Teodomira Centeno, había fallecido a<br />

medianoche, horas <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su visita.<br />

Habían encontrado el cadáver en la cama, sonriente, como si a<br />

última hora la hubiese visitado Nuestro Señor. Esperaban sus<br />

instrucciones para el entierro.<br />

__________________________<br />

__________________________<br />

XIV<br />

Abatido, hundido el ánimo, Cipriano Salcedo partió para Pedrosa<br />

por el único camino que su padre, el viejo don Bernardo, poco dado a<br />

la aventura, había conocido treinta años atrás: Arroyo, Simancas,<br />

Tor<strong>de</strong>sillas, flanqueando el Pisuerga y el Duero. Tres días antes<br />

habían dado tierra a su esposa en el atrio <strong>de</strong> la iglesia <strong>de</strong> Peñaflor<br />

<strong>de</strong> Hornija, junto a su padre, don Segundo Centeno, “el Perulero”,<br />

don<strong>de</strong> once años atrás habían contraído matrimonio. La <strong>de</strong>cisión<br />

había sido tomada <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> discutir con su tío Ignacio sobre el<br />

posible significado <strong>de</strong> las enigmáticas palabras <strong>de</strong> Teo en su última<br />

visita, en el único momento en que sus ojos se animaron: “La<br />

Manga”, había dicho. ¿En qué pensaba Teo al mencionar el lugar<br />

don<strong>de</strong> había pasado su juventud esquilando borregos? ¿Era tal vez<br />

por ser el único que recordaba con añoranza? ¿O quizá porque su<br />

breve noviazgo en el monte lo anteponía a cualquier otro momento <strong>de</strong><br />

su vida?<br />

¿O quería <strong>de</strong>cir lisa y llanamente que su <strong>de</strong>seo era <strong>de</strong>scansar allí,<br />

bajo la tierra fuerte y roja <strong>de</strong>l Páramo, junto a su padre, “el

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!