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El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

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Perulero”? Antes <strong>de</strong> <strong>de</strong>terminarse, y <strong>de</strong> trasladar el cuerpo <strong>de</strong> su<br />

esposa a Valladolid, Cipriano había pasado unas horas en el<br />

Hospital <strong>de</strong> Medina, dialogando con aquellas personas que la<br />

asistieron en los últimos momentos. La comadre negó que la escena<br />

<strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>, durante su visita, se hubiera repetido <strong>de</strong>spués, es más,<br />

la señora Teo quedó muy postrada <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> sus palabras, <strong>de</strong>cía, y,<br />

a la hora <strong>de</strong> darle el filonio romano para que durmiera, habían<br />

tenido que apalancarle las mandíbulas con los mangos <strong>de</strong> dos<br />

cucharas <strong>de</strong> plata para que abriera la boca, con tal violencia que le<br />

rompieron dos dientes.<br />

Cipriano se había horrorizado y preguntó si aquel procedimiento tan<br />

traumático era frecuente, y la comadre contestó que siempre que un<br />

enfermo se resistía a tomar algo que el doctor consi<strong>de</strong>raba<br />

indispensable. También los dos loqueros le habían hablado con la<br />

misma cru<strong>de</strong>za y candi<strong>de</strong>z. Doña Teodomira había muerto dormida,<br />

sin que las “visiones” <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> se repitieran y, sin embargo, lo<br />

había hecho sonriendo, cosa que no le habían visto hacer durante<br />

los meses que estuvieron atendiéndola. En cuanto a lo <strong>de</strong> las<br />

cucharas era el método habitual <strong>de</strong> alimentar a aquellos enfermos<br />

que se negaban a comer.<br />

Con doña Teodomira, que apretaba los dientes y únicamente abría la<br />

boca para beber agua, no hubo otro remedio que apelar a esta<br />

solución.<br />

Incluso hubo días, cuando aún estaba fuerte, en que su resistencia<br />

fue <strong>de</strong> tal monta que tuvieron que enca<strong>de</strong>narle las manos a la<br />

cabecera <strong>de</strong>l lecho para po<strong>de</strong>r dominarla.<br />

Para Cipriano aquello constituía una novedad dolorosa y habló sobre<br />

ella con el médico y el director.<br />

<strong>El</strong>los se sorprendieron <strong>de</strong> su sorpresa. De no haber utilizado las<br />

cucharas, la enferma no hubiera vivido ocho meses, claro, se hubiera<br />

muerto enseguida. Podía habérselo figurado. Las tomas <strong>de</strong> filonio<br />

romano, zumos <strong>de</strong> fruta o jugos <strong>de</strong> carnes, únicamente eran posibles<br />

forzando su resistencia. <strong>El</strong>la se percataba enseguida <strong>de</strong> que no<br />

solamente era agua lo que le ofrecían y entonces cerraba la boca con<br />

tanta firmeza que únicamente apalancando podían abrírsela. Des<strong>de</strong><br />

el primer día la enferma se había negado a tomar otra cosa que<br />

agua y, ante actitud tan negativa, a ellos no les quedaba otro<br />

recurso que la violencia. En el Hospital <strong>de</strong> Santa María <strong>de</strong>l Castillo<br />

no sólo estaba prohibido el suicidio, sino cualquier ayuda al<br />

presunto suicida. <strong>El</strong> director afirmaba que la conducta <strong>de</strong> sus<br />

subordinados había sido correcta y, cuando Salcedo intentó hacerle

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