El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba
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menesterosos o establecía controles en las barcazas <strong>de</strong> Herrera <strong>de</strong><br />
Duero por don<strong>de</strong> llegaban en buen número los inmigrantes <strong>de</strong>l sur.<br />
<strong>El</strong> muchacho les exigía informes sobre su proce<strong>de</strong>ncia o sobre el<br />
estado sanitario <strong>de</strong> los pueblos <strong>de</strong>l trayecto y los conducía, acto<br />
seguido, a un lazareto allen<strong>de</strong> el río.<br />
Unos meses <strong>de</strong>spués aparecieron los primeros fríos y la gente respiró<br />
aliviada. Existía el convencimiento <strong>de</strong> que la peste era consecuencia<br />
<strong>de</strong>l calor y, por contra, el frío y la lluvia atenuaban sus efectos. A<br />
los pocos días templó y la peste volvió a picar en los pueblos y<br />
ciuda<strong>de</strong>s castellanos. En esta segunda oleada se empezó a hablar <strong>de</strong><br />
la peste <strong>de</strong>l año seis, más grave que la <strong>de</strong>l dieciocho. <strong>El</strong> banquero<br />
Domenico Nelli tranquilizaba a sus colegas <strong>de</strong> Medina diciéndoles<br />
que los muertos <strong>de</strong> peste eran generalmente pobres y, por tanto,<br />
carecían <strong>de</strong> interés. Pero la gente insistía en que la peste producía<br />
landres, como la <strong>de</strong> principios <strong>de</strong> siglo. Es peor que la <strong>de</strong>l dieciocho,<br />
aseguraban. Entonces empezaron a organizarse rogativas a la<br />
iglesia <strong>de</strong> San Roque y a la <strong>de</strong> la Virgen <strong>de</strong> San Llorente pidiendo las<br />
lluvias <strong>de</strong> otoño. Pero el número <strong>de</strong> pobres aumentaba y el<br />
Ayuntamiento se vio obligado a tomar dos medidas radicales:<br />
primera, separar a los vagos <strong>de</strong> los pobres <strong>de</strong> solemnidad y expulsar<br />
a aquéllos. Y, segunda, exigir la salida <strong>de</strong> la villa <strong>de</strong> las prostitutas<br />
que no hubieran nacido en ella.<br />
Pero la expulsión <strong>de</strong> grupos sociales no arregló nada. Al contrario,<br />
los inmigrantes empezaban a superar a los emigrados y el Concejo se<br />
vio ante la necesidad <strong>de</strong> facilitarles alojamiento al otro lado <strong>de</strong>l río.<br />
Pero la avalancha <strong>de</strong> menesterosos crecía y con ellos la expansión<br />
<strong>de</strong> la peste, por lo que el corregidor convocó sin <strong>de</strong>mora a los pobres<br />
sanos al otro lado <strong>de</strong>l puente. Era su propósito que unos caballeros<br />
comisarios los expulsaran <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> proveerles <strong>de</strong> los víveres<br />
suficientes para el camino.<br />
Pero los pobres se negaron a acudir al puente. En la ciudad recibían<br />
botica gratis, media libra <strong>de</strong> carnero y media <strong>de</strong> pan por persona y<br />
día, y nadie les garantizaba que esa ayuda fuese a producirse en las<br />
poblaciones vecinas, ni conocían siquiera la situación sanitaria <strong>de</strong><br />
éstas. Entonces, lo que hacían era escon<strong>de</strong>rse en los rincones <strong>de</strong>l<br />
Paseo <strong>de</strong>l Prado y por la noche, con algunos inquilinos <strong>de</strong> los<br />
lazaretos, atravesaban el Pisuerga en barcas, a nado o por los viejos<br />
vados conocidos, orillando la muralla.<br />
Por su parte Cipriano y los expósitos se multiplicaban por ayudar a<br />
sus conciudadanos. A veces, a falta <strong>de</strong> tareas más urgentes,<br />
prendían hogueras <strong>de</strong> cantueso, romero y tomillo para contrarrestar