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El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

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hora exoneró <strong>de</strong> culpa a varios acusados aunque no al arzobispo<br />

Carranza|.<br />

Cipriano doblaba <strong>de</strong> nuevo el papel con una sensación <strong>de</strong> malestar<br />

ante la coinci<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> varios <strong>de</strong>clarantes en atribuir a Carranza la<br />

paternidad <strong>de</strong>l foco luterano <strong>de</strong> Valladolid. Implicándole a él,<br />

parecían pensar, una autoridad en la Iglesia, ellos, en cierto modo,<br />

quedaban libres <strong>de</strong> culpa. Carranza se erigía entonces como una<br />

garantía <strong>de</strong> vida, la cabeza <strong>de</strong> turco, el supremo. Sin sus prédicas,<br />

sin sus medias palabras, el protestantismo nunca hubiera arraigado<br />

en Castilla. Pero por el momento, Carranza parecía contar con<br />

influyentes valedores.<br />

Oyó el siseo <strong>de</strong> fray Domingo y, al volverse, el dominico le dijo si le<br />

permitía leer “ese papel”.<br />

Salcedo se sobresaltó y le preguntó si sabía siquiera <strong>de</strong> qué se<br />

trataba. Fray Domingo se mostró expeditivo: |Mi <strong>de</strong>claración, dijo.<br />

¿Qué otra cosa pue<strong>de</strong> ser? Vuesa merced ha mirado dos veces hacia<br />

mi lecho antes <strong>de</strong> empezar a leerlo|.<br />

Cipriano se incorporó, tortoléandose, dio dos pasos torpes hacia su<br />

catre y le alargó el papel con la mano izquierda:<br />

—Tal vez a vuestra paternidad no le guste lo que dice —dijo.<br />

—Y ¿eso qué importa? Hay que conocer no sólo lo que hacemos sino<br />

lo que nos atribuyen.<br />

<strong>El</strong> dominico leyó el informe en silencio, sin aspavientos ni<br />

comentarios. Salcedo, que no cesaba <strong>de</strong> mirarlo, al verle plegar <strong>de</strong><br />

nuevo el papel, le preguntó:<br />

—¿Está <strong>de</strong> acuerdo vuestra paternidad?<br />

Y el dominico respondió con cierta mordacidad:<br />

—Sí con lo que dice, pero no con lo que calla.<br />

A mediados <strong>de</strong> abril se <strong>de</strong>sató sobre la ciudad un martilleo fragoroso<br />

que se iniciaba con la primera luz <strong>de</strong>l día y no cesaba hasta bien<br />

entrada la noche. Era un claveteo en diversos tonos, en cualquier<br />

caso seco y brutal, que procedía <strong>de</strong> la Plaza <strong>de</strong>l Mercado y se<br />

difundía, con diferente intensidad, por todos los barrios <strong>de</strong> la villa.

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