El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba
El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba
El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
A estas alturas <strong>de</strong> su vida le agradaba una mujer ocupada,<br />
distraída, ya que Teo iba <strong>de</strong>jando <strong>de</strong> ser para él un elemento <strong>de</strong><br />
sosiego al mismo tiempo que un aliciente perturbador. Se había<br />
equivocado con ella. Su tamaño, su blancura <strong>de</strong> estatua, la ausencia<br />
<strong>de</strong> vello y <strong>de</strong> sudor no <strong>de</strong>jaban <strong>de</strong> ser <strong>de</strong>fectos que su fantasía <strong>de</strong><br />
pretendiente había convertido en atributos.<br />
Aquella figura carnosa, prieta y lacteada le <strong>de</strong>cía ya muy poco como<br />
mujer y nada como sombrilla protectora. Su relación era simple: Teo<br />
le servía cada noche el preparado <strong>de</strong> escorias <strong>de</strong> plata y acero y, a<br />
cambio, le exigía mensualmente cinco días <strong>de</strong> respeto. Teo seguía<br />
viviendo alentada por la esperanza <strong>de</strong> ser madre. Creía a cierra ojos<br />
en la promesa <strong>de</strong>l doctor Galache y se atenía escrupulosamente a<br />
sus instrucciones. Cualquier día quedaría preñada <strong>de</strong> Cipriano y el<br />
pronóstico <strong>de</strong>l doctor se habría cumplido.<br />
Cipriano, por el contrario, ingería la pócima nocturna por<br />
complacerla. No creía en ella en absoluto. Tenía el convencimiento<br />
<strong>de</strong> que Galache había utilizado la receta como recurso para quitarse<br />
<strong>de</strong> encima a una histérica. Transcurridos los cinco o seis años<br />
previstos ya vería el mejor modo <strong>de</strong> prolongar la expectativa. Pero<br />
Teo no cejaba. Para ella las relaciones íntimas tenían el mismo fin<br />
que las escorias <strong>de</strong> plata y acero o sus tomas <strong>de</strong> salvia con sal<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> los cuatro días <strong>de</strong> abstinencia. Ya no enredaba con “la<br />
cosita”. Ese juego había pasado a la historia como la escalada <strong>de</strong><br />
Cipriano hasta la meseta <strong>de</strong> las protuberancias. Olvidado ya <strong>de</strong> la<br />
sapina y <strong>de</strong> su <strong>de</strong>sapacible cópula, Cipriano aceptaba el débito sin<br />
reticencias ni entusiasmos, lo mismo que ella, es <strong>de</strong>cir con<br />
<strong>de</strong>sventaja, ya que él no creía en la terapia <strong>de</strong>l doctor para activar<br />
la <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia y ella sí. En esta situación, <strong>de</strong> la inicial protección<br />
física que Teo le dispensara, no le quedaba otro recuerdo que el<br />
doblez <strong>de</strong> la almohada don<strong>de</strong> cada noche introducía su pequeña<br />
cabeza para conseguir conciliar el sueño.<br />
Nada <strong>de</strong> esto impedía que Teo le mostrara con entusiasmo los<br />
progresos en la <strong>de</strong>coración <strong>de</strong> la casa.<br />
Los muebles <strong>de</strong> pino iban <strong>de</strong>sapareciendo sustituidos por otras<br />
ma<strong>de</strong>ras más nobles, principalmente roble, nogal y caoba. Con ello,<br />
su <strong>de</strong>spacho, por ejemplo, iba ganando en calidad y riqueza: sobre la<br />
gran mesa <strong>de</strong> nogal reposaba una escribanía <strong>de</strong> avellano, a su lado<br />
un atril y, enfrente, una estantería <strong>de</strong> roble llena <strong>de</strong> libros. Bajo la<br />
ventana, Teo había dispuesto una arqueta veneciana <strong>de</strong> ébano con<br />
incrustaciones en marfil <strong>de</strong> escenas bíblicas. Una auténtica joya.