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El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

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que él le había regalado. Pero la historia se repetía<br />

in<strong>de</strong>fectiblemente todos los días en los dos pisos: Ignacio le cargaba<br />

<strong>de</strong> noticias y gacetillas en el suyo y Bernardo las <strong>de</strong>scargaba a su<br />

vez, más informalmente, en el <strong>de</strong> su amante.<br />

Así se enteró Bernardo <strong>de</strong> la expulsión <strong>de</strong> los nobles <strong>de</strong> Salamanca<br />

por Maldonado, <strong>de</strong> la constitución <strong>de</strong> la Junta Santa en Ávila para<br />

unir los movimientos populares, <strong>de</strong> la visita privada a la reina<br />

madre en Tor<strong>de</strong>sillas por parte <strong>de</strong> Padilla, Bravo y Maldonado y <strong>de</strong><br />

su acogida afectuosa.<br />

Pero, insensiblemente, las noticias fueron tomando un cariz menos<br />

optimista: el Rey se había negado a recibir en Alemania a una<br />

comisión <strong>de</strong> rebel<strong>de</strong>s y éstos habían regresado corridos y <strong>de</strong>sairados.<br />

Las Comunida<strong>de</strong>s ya no se entendían entre sí, incluso las andaluzas<br />

les habían abandonado y puesto a las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong>l Rey... Don<br />

Bernardo escuchaba a su hermano sin inmutarse y reflexionaba:<br />

hoy, como siempre, ha faltado organización; los i<strong>de</strong>ales están<br />

mezclados y mal <strong>de</strong>finidos. Las villas se han puesto en manos <strong>de</strong><br />

nobles <strong>de</strong> segunda y los <strong>de</strong> primera se han aprovechado <strong>de</strong> ello.<br />

¿Para esto sacrifiqué yo a mi noble caballo “Valiente”? Pero Ignacio,<br />

implacable, proseguía dando pormenores <strong>de</strong> la tragedia: la Junta,<br />

tras presentar una carta <strong>de</strong> agravios al Rey, trataba <strong>de</strong> sacar a<br />

doña Juana <strong>de</strong> Tor<strong>de</strong>sillas y ahorcar en Medina a los miembros <strong>de</strong>l<br />

Consejo. Los comuneros y el Rey se habían enfrentado en Villalar y<br />

aquéllos habían sido <strong>de</strong>rrotados. Una gran carnicería: más <strong>de</strong> mil<br />

muertos.<br />

Padilla, Bravo y Maldonado habían sido <strong>de</strong>capitados.<br />

La vida <strong>de</strong> la ciudad se sumió en la tristeza. Regresaban los<br />

soldados hambrientos con sus caballos heridos y los infantes,<br />

<strong>de</strong>sarmados y andrajosos, <strong>de</strong>ambulaban por la Corre<strong>de</strong>ra camino <strong>de</strong><br />

San Pablo. Iban como perdidos, a la <strong>de</strong>riva. La tertulia <strong>de</strong> artesanos<br />

en la Plaza <strong>de</strong>l Mercado parecía tener sordina esa tar<strong>de</strong> y por las<br />

calles vagaban las gentes cabizbajas, sin saber a quién culpar <strong>de</strong> la<br />

<strong>de</strong>rrota. Entre ellas caminaba Bernardo Salcedo, entristecido pero<br />

satisfecho <strong>de</strong> que aquello, al fin, hubiera hecho crisis, hubiera<br />

terminado. Encontró a Petra Gregorio en una actitud singular: <strong>de</strong> pie<br />

frente a la puerta, vestida con un gonete negro y una basquiña<br />

abierta por <strong>de</strong>lante, el amplio escote <strong>de</strong>snudo, sin el collar <strong>de</strong><br />

cuentas <strong>de</strong> leche. Tenía lágrimas en los ojos cuando le dijo:<br />

—Taita, hemos perdido.

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