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El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

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No vas a casarte, claro.<br />

—Tengo catorce años, padre.<br />

Mi tutor no lo compren<strong>de</strong>ría.<br />

<strong>El</strong> cura vaciló. Dijo finalmente:<br />

—Pero si no hay arrepentimiento, hijo, yo no puedo absolverte.<br />

—Lo comprendo, padre. Más a<strong>de</strong>lante volveré a verle.<br />

Los jueves se convirtieron en la cita obligada <strong>de</strong> los amantes.<br />

Era un encuentro inevitable y, con el sexo añadido, la viva<br />

reproducción <strong>de</strong> las expansiones <strong>de</strong> antaño entre el niño y su<br />

nodriza. Y, en las pausas, conversaban. Él le hablaba <strong>de</strong> sus años <strong>de</strong><br />

colegio, <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sviación <strong>de</strong> “el Corcel”, <strong>de</strong> la pérdida <strong>de</strong> su<br />

inocencia. Y ella <strong>de</strong> su primer amor hacia un muchacho <strong>de</strong>l pueblo,<br />

la caída, el embarazo, el alumbramiento. Y, al hablar <strong>de</strong> esto,<br />

lloraba y le <strong>de</strong>cía, tú eres como el hijo que perdí, tesoro mío.<br />

Pero, enseguida, volvían impacientes a ellos mismos, a <strong>de</strong>scubrirse<br />

mutuamente, a amarse. Las relaciones <strong>de</strong> los jueves, ahora en la<br />

habitación <strong>de</strong> Cipriano, eran cada vez más <strong>de</strong>moradas y completas,<br />

y se prolongaron durante cerca <strong>de</strong> cuatro meses. Fue con motivo <strong>de</strong>l<br />

regreso inesperado a casa <strong>de</strong> doña Gabriela y don Ignacio, una<br />

noche <strong>de</strong> invierno, cuando todo se vino abajo.<br />

Doña Gabriela los <strong>de</strong>scubrió <strong>de</strong>snudos en la cama, apareados, y no<br />

fue capaz <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r nada:<br />

—Ha abusado usted <strong>de</strong>l niño y <strong>de</strong> mi confianza, Miner; ha<br />

<strong>de</strong>shonrado esta casa y nos ha <strong>de</strong>shonrado a todos. ¡Váyase y no<br />

vuelva más!<br />

Minervina tomó la galera <strong>de</strong> Jesús Revilla a Santovenia a la mañana<br />

siguiente en la Plaza <strong>de</strong>l Mercado, con los dos fardillos con que se<br />

había presentado cinco meses atrás.<br />

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Libro II

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