12.05.2013 Views

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Doña Leonor le miraba con una ternura intelectual admirativa, los<br />

incisivos asomando entre sus labios rosados:<br />

—Le propongo una cosa —dijo tras una pausa—. <strong>El</strong> próximo<br />

cumpleaños <strong>de</strong> vuesa merced lo celebraremos aquí, en casa, en<br />

compañía <strong>de</strong>l Doctor y el resto <strong>de</strong> mis hijos. Una comida <strong>de</strong> acción <strong>de</strong><br />

gracias. ¿Qué le parece?<br />

Doña Leonor y Cipriano Salcedo se hicieron mutuamente<br />

imprescindibles. Él pensaba a menudo que, tras el fracaso<br />

sentimental con Teo, doña Leonor venía a sustituir a la madre que<br />

había esperado encontrar en ella. <strong>El</strong> caso es que cuando tenía cita<br />

con el Doctor, llegaba a su casa antes <strong>de</strong> tiempo sólo por el gusto <strong>de</strong><br />

conversar un rato con doña Leonor. Y allí, sentados en las sillas <strong>de</strong><br />

cuero <strong>de</strong>l pequeño gabinete, charlaban y reían y, <strong>de</strong> cuando en<br />

cuando, ella le invitaba a una merienda.<br />

Pero tan pronto aparecía el Doctor, ella se levantaba, recortaba su<br />

espontaneidad, siquiera su autoridad siguiese manifestándose sin<br />

palabras. Aquella casa, sin duda, había sido un matriarcado que los<br />

hijos habían reconocido y alentado espontáneamente.<br />

En el <strong>de</strong>spachito, paredaño a la capilla, conversaban Cipriano y el<br />

Doctor, sentados en torno a una mesa camilla ya que su paternidad<br />

se enfriaba incluso en el mes <strong>de</strong> agosto. La habitación estaba<br />

forrada <strong>de</strong> libros y, fuera <strong>de</strong> ellos y <strong>de</strong> un pequeño grabado <strong>de</strong> Lutero<br />

que presidía la mesa <strong>de</strong> pino, junto a la ventana, carecía <strong>de</strong> otros<br />

adornos. Día a día, Cipriano comprobaba la fragilidad <strong>de</strong>l Doctor, su<br />

hipocondría y, al propio tiempo, su agu<strong>de</strong>za, su admirable or<strong>de</strong>n<br />

mental. Le había acogido como a un hijo <strong>de</strong> su hermano, tanto fue el<br />

interés que Pedro Cazalla puso en presentárselo. Pasaban largos<br />

ratos juntos y el Doctor, muy pagado <strong>de</strong> su alto magisterio, iba<br />

imponiendo a Salcedo en los principios <strong>de</strong> la nueva doctrina. Su<br />

acento persuasivo, sus asequibles razonamientos, le ayudaban en el<br />

empeño.<br />

Y para Cipriano, el mero hecho <strong>de</strong> disponer para él solo <strong>de</strong> la<br />

palabra <strong>de</strong>l gran predicador, venerado en la ciudad, constituía ya<br />

un motivo <strong>de</strong> engreimiento. Al propio tiempo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber<br />

admitido la inexistencia <strong>de</strong>l purgatorio, a Cipriano Salcedo poco le<br />

costaba ya aceptar la inutilidad <strong>de</strong>l monjío como estado, el celibato<br />

sacerdotal o rechazar a los frailes fariseos.<br />

Cristo nunca impuso a los apóstoles la soltería. San Pedro,<br />

concretamente, era un hombre casado.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!