El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba
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<strong>de</strong> personas, acogido en los pueblos y al<strong>de</strong>as que atravesaban con<br />
<strong>de</strong>nuestos y amenazas. Vidal, el alguacil que prendió a Cipriano en<br />
Cilveti, parecía comandar el <strong>de</strong>stacamento. <strong>El</strong> plan era recorrer<br />
cinco o seis leguas diarias, almorzar en el campo y dormir en casas<br />
o pajares previamente apalabrados por emisarios <strong>de</strong> la Inquisición.<br />
En principio, Cipriano acogió la luz <strong>de</strong>l sol con agrado, el paisaje, la<br />
actividad, pero, poco habituado al ejercicio, la primera noche llegó a<br />
Puente la Reina fatigado. Al día siguiente, a las siete <strong>de</strong> la mañana,<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> comer un mendrugo con queso, ya estaban <strong>de</strong> nuevo en<br />
camino. Con un concepto primario <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n, Vidal, el alguacil bizco,<br />
los distribuyó en dos parejas, Juan Sánchez y él, que eran los <strong>de</strong><br />
menor estatura, primero, y el dominico y don Carlos <strong>de</strong> Seso <strong>de</strong>trás.<br />
La norma <strong>de</strong> silencio, que se respetaba durante la primera hora <strong>de</strong><br />
marcha, se relajaba <strong>de</strong>spués, cuando los arcabuceros empezaban<br />
con sus cuentos y chascarrillos, momento que aprovechaba Juan<br />
Sánchez para hacer partícipe a Cipriano Salcedo <strong>de</strong> pormenores <strong>de</strong><br />
su vida y <strong>de</strong> su aventura <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la salida <strong>de</strong> Valladolid hasta su<br />
prendimiento en Turlinger. <strong>El</strong> sol apretaba <strong>de</strong> firme y, a mediodía,<br />
los emisarios les esperaban en algún sombrajo próximo al camino,<br />
generalmente en el soto <strong>de</strong> los ríos, en cuyas aguas, los miembros <strong>de</strong><br />
la escolta se bañaban <strong>de</strong>snudos, turnándose en la vigilancia <strong>de</strong> los<br />
presos, mientras éstos sumergían sus pies en la corriente con gran<br />
alivio <strong>de</strong>l dominico. Luego almorzaban, los reos con las manos<br />
atadas, en grupo aparte, a la vista <strong>de</strong> los guardianes, y terminada<br />
la comida, sesteaban, mientras el fuego <strong>de</strong>l sol arrasaba los campos<br />
y los cuatro <strong>de</strong>tenidos podían cambiar impresiones o leer papeles<br />
comprometidos. A las dos, cuando mayor era el bochorno,<br />
reanudaban la marcha en la misma disposición: los cuatro<br />
alguaciles a caballo, abriendo marcha, los presos, flanqueados por<br />
familiares <strong>de</strong>trás y, en retaguardia, los doce arcabuceros armados.<br />
Al discurrir por los pueblos, las mujeres y los mozos les insultaban y,<br />
a veces, les tiraban cubos <strong>de</strong> agua <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las ventanas.<br />
Un día, ya en tierras <strong>de</strong> La Rioja, los campesinos que andaban<br />
excavando las viñas interrumpieron la faena para quemar dos<br />
muñecos <strong>de</strong> sarmientos a la orilla <strong>de</strong>l camino, mientras les<br />
llamaban herejes y apestados. <strong>El</strong> campo allí se arrugaba en unas<br />
lomillas <strong>de</strong> tonos rosados y el ver<strong>de</strong> suave <strong>de</strong> las cepas les imprimía<br />
una atractiva plasticidad. Sobre las siete concluían la etapa diaria,<br />
cenaban en el pueblo escogido por los emisarios y pernoctaban en<br />
casas <strong>de</strong> la Inquisición o en los pajares <strong>de</strong> las afueras, olvidando por<br />
unas horas los ardores <strong>de</strong>l sol y el escozor <strong>de</strong> sus pies lastimados.<br />
<strong>El</strong> emparejamiento con Juan Sánchez dio ocasión a Cipriano <strong>de</strong><br />
conocer superficialmente al criado <strong>de</strong> los Cazalla. Le hablaba <strong>de</strong><br />
Astudillo, el pueblo <strong>de</strong> Palencia don<strong>de</strong> había nacido, <strong>de</strong> don Andrés