12.05.2013 Views

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Tampoco Teo como si presintiera algo, le buscó “la cosita”. Y, a la<br />

noche siguiente, volvió a repetirse la escena, cada uno esperó en<br />

vano la iniciativa <strong>de</strong>l otro. Mas a Cipriano, la imagen <strong>de</strong> la gran<br />

sapa nadando en la salina <strong>de</strong>l Cenagal era lo que le inutilizaba.<br />

Durante una semana se prolongó la infructuosa espera <strong>de</strong> Teo.<br />

Cipriano seguía viendo en ella la sapa autoritaria, caprichosa y<br />

posesiva. Y aún le repugnaba más el complemento: la actitud servil,<br />

complaciente y oficiosa <strong>de</strong>l pequeño sapo fecundador encaramado en<br />

su dorso. Un saquito <strong>de</strong> esperma, había dicho Cazalla. Nunca, como<br />

en aquellos días, tuvo Cipriano tan alejada <strong>de</strong> sí cualquier<br />

inclinación salaz. La sola i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> atacar el flanco <strong>de</strong> su esposa le<br />

daba náuseas. Y Teo terminó enojándose, presa <strong>de</strong> una sofocación<br />

intensa, preludio <strong>de</strong> un ataque <strong>de</strong> histeria.<br />

Su marido no <strong>de</strong>seaba un hijo; no quería tenerlo. Hasta le regateaba<br />

su “cosita” y ella, por sí sola, carecía <strong>de</strong> la capacidad <strong>de</strong><br />

fecundarse. “La cosita” era elemento imprescindible para la<br />

reproducción, pero ya no contaba con ella.<br />

Su marido la había hecho <strong>de</strong>saparecer como por ensalmo. Lloraba<br />

sobre él, entre sus ropas <strong>de</strong> luto, poco alentadoras también para<br />

cambiar el ánimo <strong>de</strong> Cipriano. Pero cada vez que éste la abrazaba<br />

sin abarcarla, volvía a ver en ella a la sapina, enorme y absorbente,<br />

nadando en la salina, encareciéndole que la fecundase. Las cosas<br />

iban <strong>de</strong> mal en peor, Cipriano no podía moverse <strong>de</strong> casa. Teo voceaba<br />

y gritaba sin causa, no comía, no dormía, hasta que una mañana<br />

Cipriano le propuso visitar al doctor Galache, la notabilidad <strong>de</strong>l<br />

momento en la villa, para exponerle el problema. No le ocultó a Teo<br />

su visita anterior, la buena opinión <strong>de</strong>l doctor sobre sus<br />

posibilida<strong>de</strong>s reproductoras, su interés por verla a ella.<br />

Cipriano encontró a Galache tan solemne y abierto como la primera<br />

vez, vestido lujosamente <strong>de</strong> terciopelo, con las manos muy cuidadas,<br />

<strong>de</strong>snudas. Pensó que cuarenta años atrás sus padres habían hecho<br />

una visita análoga sin resultados. Y que, precisamente, él nació<br />

cuando doña Catalina, su madre, hacía cuatro que había<br />

abandonado el tratamiento. Estuvo a punto <strong>de</strong> recordarlo pero calló.<br />

Con seguridad su impertinencia hubiera menoscabado el incipiente<br />

optimismo <strong>de</strong> su esposa. Ocultó pues este <strong>de</strong>talle en la información<br />

sobre los antece<strong>de</strong>ntes familiares:<br />

la escasa fertilidad <strong>de</strong> los Salcedo. <strong>El</strong> doctor Galache le escuchaba<br />

gravemente. Dijo al fin:

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!