12.05.2013 Views

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Teo vaciló:<br />

—No... ¿no estará enferma “la cosita”?<br />

—Tú sabes que funciona con regularidad. Antes te hablaba <strong>de</strong> la<br />

infertilidad <strong>de</strong> los Salcedo, pero el retraso bien pue<strong>de</strong> provenir <strong>de</strong> ti.<br />

<strong>El</strong> doctor Almenara, una notabilidad en su época, <strong>de</strong>cía que dos <strong>de</strong><br />

cada tres veces la infecundidad <strong>de</strong>pendía <strong>de</strong> las mujeres.<br />

La impaciencia <strong>de</strong> Teo se tradujo en una avi<strong>de</strong>z sexual <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nada.<br />

Sin duda pensaba que la frecuencia aumentaba las posibilida<strong>de</strong>s.<br />

Cipriano trataba <strong>de</strong> aleccionarla cada noche:<br />

—Querida, más importante que el número <strong>de</strong> coitos es tu estado <strong>de</strong><br />

recepción. Acéptame relajada, receptiva. No olvi<strong>de</strong>s que en cada<br />

cópula yo introduzco en tu vagina centenares o millares <strong>de</strong> semillas<br />

que buscan un lugar don<strong>de</strong> fructificar. Pero la fecundación no<br />

<strong>de</strong>pen<strong>de</strong> tanto <strong>de</strong>l número como <strong>de</strong>l terreno que tú prepares para<br />

recibirlas.<br />

Teo pareció aplacada <strong>de</strong> momento pero lo suyo era una monomanía.<br />

No pensaba en otra cosa y se valía <strong>de</strong> cualquier pretexto para<br />

sacarlo a relucir. Él le había dicho: muchos problemas se resuelven<br />

esperando, olvidándose <strong>de</strong> ellos. Y ella procuraba hacerlo así pero,<br />

en lugar <strong>de</strong> los pensamientos, era la angustia por <strong>de</strong>sembarazarse<br />

<strong>de</strong> ellos lo que la martirizaba. Teo se confiaba a su marido:<br />

—Constantemente pienso que no <strong>de</strong>bo pensar en ello pero con esta<br />

obsesión puedo llegar a volverme loca.<br />

—¿Por qué no me conce<strong>de</strong>s un plazo? ¿Por qué no <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>s esperar<br />

unos años antes <strong>de</strong> tomar una <strong>de</strong>terminación? Dentro <strong>de</strong> cuatro<br />

tendrás veintisiete, la edad más a<strong>de</strong>cuada para procrear.<br />

Teo callaba. Tácitamente le concedía el plazo pero, poco a poco, iba<br />

perdiendo la fe en él y, con la fe, su encandilamiento sexual. Apenas<br />

buscaba ya “la cosita” y, si lo hacía, era sin el ardor <strong>de</strong> antaño,<br />

<strong>de</strong>sganada. Sabía que el hijo tenía que venir por esa vía pero llevaba<br />

más <strong>de</strong> un año intentándolo y no venía. Salcedo se daba cuenta <strong>de</strong>l<br />

<strong>de</strong>scorazonamiento <strong>de</strong> su esposa e intentó distraerla ocupándola en<br />

el taller, pero Teo se aburría allí. Entonces pensó que, ahora que se<br />

aproximaba la época <strong>de</strong>l esquileo, Teo podría pasar en La Manga<br />

una larga temporada ayudando a su padre, mas, antes que la faena<br />

<strong>de</strong>l esquileo comenzase, llegó la noticia: Telesforo Mozo, el pastor <strong>de</strong><br />

su suegro, pretendía llevar el rebaño a medias. No se trataba ya <strong>de</strong><br />

un hatajo más o menos gran<strong>de</strong> sino <strong>de</strong> partir las ovejas que

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!