12.05.2013 Views

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

arreglaría con un pernil. Don Carlos trataba a Beatriz con una<br />

mezcla <strong>de</strong> familiaridad y respeto.<br />

La embromaba y ella reía sin parar. Cazalla aseguraba que era como<br />

su madre, mujeres sin telarañas en la cabeza, que habían nacido<br />

para reír. Durante la cena y la sobremesa se abordaron temas<br />

triviales: la afición a la caza <strong>de</strong> Pedro, el viñedo, el revoque <strong>de</strong> la<br />

iglesia, pero tan pronto se vieron solos Seso y Salcedo en la sala <strong>de</strong><br />

la fonda ante una jarra <strong>de</strong> vino, Salcedo afrontó sin vacilaciones el<br />

tema <strong>de</strong>l purgatorio. Le había parecido tan oportuna la irrupción <strong>de</strong><br />

don Carlos que no dudó que Cazalla le había enviado un correo<br />

encareciéndole su presencia. Sobre el arcón había un gran crucifijo<br />

y, al advertirlo, Seso lo señaló teatralmente con un <strong>de</strong>do y dijo:<br />

—Ahí tiene vuesa merced mi purgatorio. Ése es mi purgatorio.<br />

Hacía el efecto <strong>de</strong> un iluminado. En chancletas, con sus ojos grises<br />

muy fijos, la bata <strong>de</strong> viaje, se diría que su personalidad había<br />

mudado. Salcedo le miraba implorante, haciendo ostensible el<br />

sufrimiento <strong>de</strong> los últimos días.<br />

—Los españoles dan mucha importancia a este negocio <strong>de</strong>l<br />

purgatorio —comentó don Carlos sonriendo—. En mi país se acepta<br />

su inexistencia como consecuencia lógica <strong>de</strong> la nueva doctrina. Don<br />

Bartolomé Carranza se resistió a escucharme cuando le quise dar<br />

las razones; las dio por sabidas.<br />

La hija <strong>de</strong> Baruque se había retirado <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> cebar el candil y<br />

echar unos leños al fuego. Mientras don Carlos se servía un nuevo<br />

vaso <strong>de</strong> vino, Cipriano sacó fuerzas <strong>de</strong> flaqueza para <strong>de</strong>cir:<br />

—Y... y a mí ¿podría <strong>de</strong>cirme vuesa merced en qué basa su<br />

convencimiento? Carezco <strong>de</strong> las luces y la santidad <strong>de</strong> su reverencia.<br />

La metamorfosis <strong>de</strong> don Carlos se había ido completando. La<br />

aparente <strong>de</strong>spreocupación <strong>de</strong>l camino había <strong>de</strong>saparecido <strong>de</strong> él y,<br />

pese a lo agraciado <strong>de</strong> su rostro, a su breve melena rubia, más<br />

parecía un hombre <strong>de</strong> iglesia, presto a iniciar un sermón, que un<br />

caballero. Sus ojos claros miraban ahora con empeño las pequeñas<br />

manos peludas <strong>de</strong> Cipriano:<br />

—No quiero cansarle —dijo con aire protector—. Para mí hay tres<br />

razones <strong>de</strong> peso que <strong>de</strong>muestran la inexistencia <strong>de</strong>l purgatorio...<br />

Dejó su razonamiento en suspenso y Cipriano aproximó el rostro a<br />

sus labios, temeroso <strong>de</strong> que no llegara a formularlas:

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!