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El Hereje.pdf - Biblioteca Digital de Cuba

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Es <strong>de</strong>cir, ellos pondrían su cabeza don<strong>de</strong> él ponía su dinero.<br />

Crearían dos compañías mixtas en las que capital y trabajo<br />

obtendrían retribuciones análogas. Mas, también aquí, como en el<br />

campo, se presentaba una cuestión espinosa: ¿qué hacer con los<br />

pellejeros, tramperos, curtidores, acemileros y todos aquellos que ni<br />

en el taller ni en la fábrica <strong>de</strong>sempeñaban un trabajo cualificado?<br />

Don Ignacio vio enseguida la solución: incorporar al personal no<br />

cualificado a los beneficios. La novedad constituía para él una<br />

auténtica revolución económica, especialmente, en Valladolid, <strong>de</strong> ahí<br />

que le pareciese aún más ecuánime y sugestiva. Manrique y<br />

Gutiérrez irían con él a partes iguales, pero a los asalariados, en<br />

lugar <strong>de</strong> subirles los jornales, cosa que pondría en pie <strong>de</strong> guerra a la<br />

competencia, se les darían, al cabo <strong>de</strong>l ejercicio, unos ingresos<br />

extras provenientes <strong>de</strong>l beneficio social. Estos dineros a repartir<br />

entre pellejeros, tramperos, cortadoras, arrieros y curtidores, podían<br />

proce<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l porcentaje total <strong>de</strong> beneficios, o <strong>de</strong>l correspondiente a<br />

Cipriano Salcedo, todo <strong>de</strong>pendía <strong>de</strong>l grado <strong>de</strong> <strong>de</strong>sprendimiento <strong>de</strong><br />

éste. En todo caso, ni el transporte <strong>de</strong> lanas a los Países Bajos, ni el<br />

negocio <strong>de</strong> los zamarros, planteaban cuestiones irresolubles.<br />

Tío y sobrino pasaban tar<strong>de</strong>s enteras conversando, <strong>de</strong> tal manera<br />

que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que Teo falleció, la cabeza <strong>de</strong> Cipriano no volvió a<br />

encontrar un momento <strong>de</strong> reposo.<br />

Resultaba curioso pero en los últimos años, en que la comunicación<br />

con Teo no había existido, a Cipriano le bastaba saberla allí, en<br />

casa, oír cómo se movía <strong>de</strong> una habitación a otra, para sentirse<br />

acompañado. Como le dijo en una ocasión a doña Leonor, Teo había<br />

llegado a ser para él una costumbre.<br />

Conforme Cipriano <strong>de</strong>legaba en su tío la transformación <strong>de</strong> sus<br />

negocios, iba intensificándose su relación con la familia Cazalla.<br />

Doña Leonor lamentó su viu<strong>de</strong>z con hermosas palabras <strong>de</strong><br />

solidaridad y dijo que comprendía perfectamente a su esposa. <strong>El</strong>la<br />

había parido diez hijos pero cada alumbramiento lo había celebrado<br />

como si fuera el primero. No obstante, comprendía también a<br />

Cipriano, ya que el círculo vital <strong>de</strong>l hombre rebasaba con mucho el<br />

círculo familiar y su egoísmo era mayor que el <strong>de</strong> la mujer. Por su<br />

parte el Doctor le reafirmó una vez más su confianza.<br />

Se sentía débil y medroso y la colaboración <strong>de</strong> Cipriano le resultaba<br />

indispensable. Había concluido su fichero, pero la reducida<br />

comunidad castellana necesitaba constante atención. Los pequeños<br />

problemas asomaban por todas partes. Ana Enríquez había

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