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TOMO-6

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148 JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO<br />

buzazos contra los del Corregidor, aunque sin causar daño;<br />

y el vecindario pasó dos noches de angustia, peores que<br />

las primeras, por creer que iban a matar a los caballeros<br />

en rehenes. Girón blandeó al cabo, y consintió en deshacer<br />

su tropa e ir a Lima a ponerse a disposición de la Audiencia;<br />

mas, para cumplir la palabra, tuvo que escaparse con<br />

disfraz de entre sus sediciosos. Ocho de ellos, aun después<br />

de encarcelado el caudillo, se resistieron en una fortaleza<br />

del tiempo de los Incas; y Saavedra, temeroso de que cundiera<br />

otra vez el tumulto, los castigó con harta moderación.<br />

A la siguiente noche, sin saberse la causa, huyeron dos<br />

encomenderos principales, Juan Alonso Palomino y Jerónimo<br />

Costilla, quemando los puentes, inquietando la tierra,<br />

y despachando a Lima noticias alarmantes sobre el alzamiento<br />

y tiranía de Girón. El cual no hizo por entonces<br />

más que venirse a poner en manos de la Audiencia, que<br />

oyó con benignidad sus descargos y a poco lo dio por libre.<br />

En Lima contrajo matrimonio con la bella D~ Mencía<br />

de Sosa, hija del Tesorero de la Real Hacienda Alonso<br />

de Almaraz y de la salmantina D~ Leonor López Portocarrero<br />

y Monroy; familia hidalga, pero muy entrampada<br />

en los manejos fiscales; y como Girón salió de fiador de<br />

l'U suegro, la necesidad, contra su propio querer, lo empujaba<br />

día a día al desesperado partido de la rebelión, a<br />

que ya su popularidad entre los soldados lo inclinaba.<br />

Pareció mal a la Audiencia la lenidad de Saavedra<br />

con los soldados motinistas, a la sazón que ella misma la<br />

empleaba con el cabecilla; y reemplazó a aquél con el caballero<br />

sevillano D. Juan de la Cueva. Murió Cueva en<br />

el camino, al pasar por Huamanga: y lo substituyó, según<br />

ya atrás lo apuntamos, el Mariscal D. Alonso de Alvarado.<br />

La ciudad del Cuzco estaba muy alterada con el rumor<br />

de la próxima abolición del servicio personal de los<br />

indios. Procedió Alvarado con el rigor que solía. Remitió<br />

preso a Lima, por leves indicios, a D. Pedro Portocarrero;

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