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LA CONQUISTA Y EL VIRREINATO 309<br />

En esto de las comparaciones, aunque todo conocimiento<br />

las supone, hay que proceder con veracidad y prudencia,<br />

porque el error nace de nivelar términos desproporcionados.<br />

No otro es el caso de la equivalencia o ventaja<br />

que los indigenistas pretenden atribuir a la cultura incaica<br />

respecto a la española, traída por la Conquista, y continuada<br />

y mejorada en el considerable período del Virreinato.<br />

Comparar la civilización muy relativa e imperfecta del Tahuantinsuyo<br />

incaico, con la de la España de Carlos V, es<br />

como comparar una criatura de dos años con un robusto<br />

y gallardo joven de veinte. El Perú de los Incas era una<br />

civilización muy primitiva, que salía de la piedra tallada<br />

y entraba en el período del bronce, que ignoraba el arado,<br />

el torno y la columna, sin más animal doméstico que el<br />

llama, apenas con atisbos de bóvedas, reducida a escasas<br />

plantas alimenticias, y no obstante pictografías groseras, sin<br />

escritura fonética ni jeroglífica, ni más medio mnemotécnico<br />

que los cordeles de quipos. Al lado de esta cultura, inferior<br />

a la mexicana, las primeras épocas de Troya, de Egipto y<br />

de la China, parecen prodigios de complicación y modernidad.<br />

Puede el moralista paradójico preferir un estado social<br />

incipiente a otro adelantado; pero el historiador desde<br />

su punto de vista no acepta valoración semejante. La conquista<br />

española en sus primeros momentos fue, como toda<br />

guerra, una barbarie destructora; pero la colonización emprendida<br />

al par de ella trajo a nuestro suelo elementos esencialísimos,<br />

desde los metales y la moneda, animales y plantas<br />

útiles, y formas de convivencia adultas, hasta la religión, las<br />

letras y las ciencias. Llamar bárbara e inferior la espléndida<br />

y predominante sociedad española del Renacimiento, dominadora<br />

y dechado del Mundo, poniéndola en cotejo peyorativo<br />

con la meramente curiosa civilización incaica, es<br />

un garrafal y redondo disparate. El Imperio de los Incas<br />

no puede ni siquiera equipararse con el antiguo México,<br />

dentro de un desapasionado y exacto criterio cultural. El

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