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LA CONQUISTA Y EL VIRREINATO 403<br />

bamba y Quito. Luego en la edad española, el Virreinato<br />

abarca por dos siglos los tres países; y a pesar de las separaciones<br />

administrativas del siglo XVIII, rectificadas parcialmente<br />

más tarde, y de la definitiva constitución de tres<br />

repúblicas soberanas en la éra independiente, hemos vivido<br />

una vida de semejanza y paralelismo continuos, de influencias<br />

recíprocas y de frecuentes conjunciones. Por eso nuestra<br />

situación de interdependencia se parece, más todavía<br />

que a la de los países balcánicos, entre los cuales median<br />

hondas divergencias étnicas y lingüísticas, a la casi perfecta<br />

homogeneidad entre los estados italianos o entre los germanos<br />

en la centuria décima octava y en la primera mitad<br />

de la décima nona; o digamos mejor, para no forzar los<br />

secretos de la Historia ni perder de vista la necesaria e<br />

insubstituible personalidad nacional y política, a la hermandad<br />

de cultura y costumbres que dentro de la completa<br />

autonomía anima a los pueblos escandinavos.<br />

Consecuencia indeclinable de la consubstancialidad de<br />

los tres países andinos, incaicos o peruanos, es que su<br />

historia, y muy en particular la antigua historia artística,<br />

no pueda hacerse de manera acertada y cabal, sin atender<br />

de continuo a los nexos que entre ellos existen. Las Bellas<br />

Artes de los dos Perúes tienen el mismo pasado que las de<br />

la región de Quito, por más que ésta goce del indiscutible<br />

privilegio de haber logrado mayor destreza y lozanía en su<br />

cultivo. El arte del Perú no nace en manera alguna a fines<br />

del siglo XIX, porque tesis tan temeraria dejaría escandalosamente<br />

fuera de él hasta a Pancho Fierro, nuestro<br />

goyesco criollo, y a Laso y Merino, nuestros grandes románticos.<br />

No arranca tampoco de la escuela de dibujo fundada<br />

en las postrimerías del siglo XVIII por el sevillano<br />

José del Pozo, pues en las precedentes centurias llenaban<br />

el mismo objeto cumplidamente algunos talleres monásticos<br />

y los obradores particulares de los artistas agremiados; ni<br />

el arte para nacer y desarrollarse requiere academias ore-

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