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TOMO-6

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LA CONQUISTA Y EL VIRREINATO 183<br />

timientos concedidos contra expreso mandato real, la atroz<br />

muerte del anciano Robles, y otras crueldades y extralimitaciones.<br />

En 1558 fue nombrado Virrey D. Diego de Acevedo,<br />

asistido de tres comisarios para la visita y reformación<br />

general de la Audiencia y el Reino. La noticia llegó pronto<br />

a Lima (Enero de 1559) y enardeció a los adversarios de<br />

Cañete· Hacía causa común con ellos el Arzobispo Loayza,<br />

honesto pero muy ambicioso, y que se creía desairado por<br />

no disponer con el Marqués de tan absoluta influencia como<br />

con Gasca. Levantaron varias informaciones, encaminadas<br />

a hacer condenar al Virrey en el juicio de residencia<br />

y a indisponerlo gravemente con el Soberano. Saravia y sus<br />

colegas se excedieron en esta ocasión hasta el absurdo extremo<br />

de querer presentarlo como maquinador o incitador<br />

de rebeldías. Echaron a correr la voz de que, a lo menos en<br />

palabras, se desacataba contra la autoridad del Rey, acriminación<br />

muy válida y frecuente en país tan removido por<br />

los anteriores alzamientos. En las cartas del presente tomo<br />

se lee cómo los de la Audiencia formulaban ante el Consejo<br />

de Indias esta burda y vulgar imputación. Al saberlo, el Virrey<br />

salió de tino. Santillán, de vuelta de Chile, lo inducía<br />

a la venganza. Todavía halló Saravia manera de irritarlo<br />

más enrostrándole tolerancia con las granjerías ilícitas del<br />

Secretario Pedro de Avendaño (suegro de su sobrino D. Pedro<br />

de Córdova), y amenazándolo públicamente en la sala<br />

del Acuerdo con la próxima venida del sucesor. El Marqués,<br />

perdida la paciencia, le intimó que se retirara a sus aposentos<br />

y no saliera de ellos (22 de Noviembre de 1559). Mandó<br />

aderezar las habitaciones de la fortaleza incaica del<br />

Huarcu, cuyo alcaide era el Capitán Zurbano, junto a la<br />

recién poblada villa de Cañete, con ánimo de ponerlo allá<br />

prisionero; y en la noche del siguiente Domingo, que fue el<br />

26 de Noviembre, después de haber consultado en su casa<br />

de campo de la Magdalena con el Oidor Santillán y el secretario<br />

A vendaño, por no querer Saravia volver a la Audien-

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