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TOMO-6

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LA CONQUISTA Y EL VIRREINATO 445<br />

su sañudo hermano Hernando; por esa "mansedumbre y<br />

piedad" con que Garcilaso reconoce que descuidaba y hasta<br />

disculpaba "los atrevimientos y desverguenzas" de los almagristas.<br />

No es verdad que, como escriben Quintana, Prescott<br />

y Mendiburu, no fuera deplorada en Lima su muerte, ni<br />

acudiera a auxiliarlos sus tenientes y amigos. Leyendo las<br />

informaciones judiciales, levantadas no muchos años después,<br />

se ve que los conjurados lo aguardaban en la misa<br />

de la Iglesia Mayor, a que no asistió. Se deslizaron luego<br />

por donde ahora está el Arzobispado; y penetraron por esa<br />

esquina, encabezados por Juan de Rada (el tutor de Almagro<br />

el Mozo), en el Palacio de Gobierno, a la hora del<br />

medio día, cuando casi todos ios vecinos se hallaban comiendo<br />

en sus hogares. Sobre el número que entraron en<br />

Palacio, no concuerdan los testigos ni los cronistas; pero<br />

en ningún caso excedían de veinte (Declaraciones de Isabel<br />

de Ovalle, mujer de Cristóbal de Burgos y de Francisco<br />

Hurtado de Hevia). Más los restantes almagristas,<br />

que, en espera del ataque, se habían reunido y ocultado<br />

en siete casas próximas sumaban cosa de doscientos, entre<br />

infantes y jinetes. Los dirigía en persona el mismo Almagro<br />

el Mozo, que a poco salió montado. Estos fueron los que<br />

l.'l.islaron el Palacio, y aseguraron el éxito de la sorpresa,<br />

interceptando los socorros, rechazando y apresando a los<br />

capitanes pizarristas que se presentaban en la Plaza o en<br />

sus cercanías armados y a caballo. Así sucedió muy señaladamente<br />

con Agüero y con Ribera el Mozo, el Alcalde<br />

Juan de Barros, Encomendero de Hanan Ica, y Rodrigo<br />

de Mazuelas; todos los cuales fueron presos, saqueadas sus<br />

casas, y estuvieron a punto de ser degollados. Jerónimo de<br />

Aliaga se vio asediado en su propia residencia, junto a<br />

Palacio; y se resistió hasta el anochecer. Omite igualmente<br />

Prescott la ejecución capital del salmantino Antonio de<br />

Orihuela. Consta que en el Ayuntamiento, a pesar de actas

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