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TOMO-6

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170 JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO<br />

de Canas y Canchis, hacia Condesuyos, a los arcabuceros<br />

del Licenciado Gómez Hernández.<br />

Se habían juntado con Girón, descubriéndolo por el<br />

rastro, en las primeras jornadas, hasta 130 ó 140 de sus<br />

más adictos; y entre ellos, algunos de los principales: su<br />

cuñado Monroy, un caballero ,extremeño Gómez Suárez de<br />

Figueroa y un Saavedra. Creían hallar navíos en Camaná<br />

o Acari, y salvarse como Silva y los insurrectos de Piura,<br />

que se embarcaron en el puerto de Trujillo vestidos con<br />

hábitos de franciscanos. Girón y los suyos se disfrazaron<br />

de indios; y para escapar de la persecución que arreciaba,<br />

se apartaban unos de otros y caminaban en cortos grupos.<br />

Cuando bajaron a la Costa, no iban con su jefe sino 50,<br />

montados en mulas. El navío que estaba en Acari se hizo<br />

a la vela a su vista, sin poder alcanzarlo. Desesperado Girón,<br />

se corrió por Nazca e Ica hasta Chincha. Al llegar<br />

a Lima la nueva de su aproximación, el Oidor Altamirano,<br />

ya más alentado, se puso, con el Arzobispo y con 200 hombres<br />

armados, en Surco, e hizo que Gómez de Caravantes<br />

con 2,000 indios se situara en el valle de Jauja, por si Girón<br />

subía a la Sierra. Los indígenas, conocedores de los motivos<br />

de la rebelión, acosaban por todas partes con ensañamiento<br />

a los fugitivos. Con el propósito de refugiarse en las selvas<br />

de la Montaña, Girón tomó por Lunahuaná el camino de<br />

]a Cordillera; y en los últimos días de Noviembre entró<br />

en la quebrada del Mantaro, con 46 compañeros. Las partidas<br />

de honderos indios no le dejaban momento de reposo·<br />

Pasó por Sicaya y Mito, y cruzó el río, cuando supo que las<br />

compañías españolas de Tello y Serna venían a su encuentro<br />

por Llacsapallanca. Era la mañana, y en aquellas descampadas<br />

mesetas no había manera de ocultarse. Los indios<br />

a pedradas le mataron siete hombres. Cerca del río, a media<br />

legua del tambo de Hatunjauja, se atrincheró con sus arcabuceros<br />

en unos paredones y edificios viejos. Quinientos indios<br />

lo cercaban, con gran grita y vocería; y redoblaban en

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