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LA CONQUISTA Y EL VIRREINATO 439<br />

dica que, como todas las disciplinas históricas, resultan<br />

maestra, no de vanidades, sino de modestia y templanza,<br />

poquísimos serán, entre los mayores y más célebres linajes<br />

de la Europa occidental, los que por aquellos tiempos salgan<br />

exentos de tal mácula. Pertenecían los Pizarras hidalgos,<br />

aún en sus ramas segundonas y pobres (cual fue la que<br />

produjo al más famoso vástagos, el Descubridor del Perú),<br />

a la más granada y rancia nobleza de Extremadura; y de<br />

ordinario se enlazaban con las principales casas de la región.<br />

Sus consanguíneos los Añascos, de tan probada y<br />

acendrada hidalguía, tuvieron varios conocidos representantes<br />

en el mismo Perú, entroncados con las alcurnias mejores.<br />

Lleva en primer término este apellido de Añasco, nada<br />

menos que la esposa del engreído caballero sevillano Alonso<br />

Enríquez de Guzmán, el ya citado veleidoso y tronadizo<br />

vituperador de los Pizarros y los Tellos, el cizañero de los<br />

disturbios en Sevilla y en el Cuzco, el que tanto blasonaba<br />

de sus linajerías y parentescos ducales. Ni la condición de<br />

iletrado era tan excepcional y oprobiosa cuando estaban<br />

?!'raigadas todavía las costumbres mediovales, según las que,<br />

hasta en las doctas Francia y Alemania, los más de los militares<br />

no sabían firmar. Burda patraña es también la humildad<br />

y pobreza sumas de su vida en Indias, antes de<br />

conquistar el Perú. Deudo de Hernán Cortés y muy su amigo,<br />

desde la isla de Santo Domingo, como lo atestiguan<br />

las Décadas de Herrera, ascendió después a teniente favorito<br />

de Ojeda en Urabá y Cartagena, y de Pedrarias en<br />

Darién, Tierra Firme y Veragua, y a Encomendero muy<br />

bien hacendado allí, como lo declaran de consumo Herrera<br />

y Jerez. Por consiguiente, no era el famélico aventurero<br />

que sus detractores pintan. Simpleza infantil sería suponer<br />

que no lo empujara a sus campañas la codicia de bienes<br />

materiales, el apetito de riquezas, incentivo de Colón y de<br />

casi todos los exploradores conocidos, móvil de inmensa<br />

parte de la actividad humana; pero nos parece extraño y

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