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Los%20bienes%20comunes%20del%20conocimiento_Traficantes%20de%20Sue%C3%B1os

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118 | Los bienes comunes del conocimiento<br />

Frente a estos cercamientos, los bibliotecarios han luchado junto a sus<br />

colegas de la comunidad académica para proteger el acceso a recursos de<br />

investigación cruciales, sopesar los derechos de usuarios y creadores, preservar<br />

el dominio público y proteger el acceso público de todos en la era digital.<br />

Aunque han luchado duramente por detener los cercamientos, se enfrentan<br />

a una ardua batalla en una sociedad que recalca la propiedad individual por<br />

encima de lo que supone compartir recursos. En efecto, quienes se esfuerzan<br />

por promover el acceso abierto están atrapados en un limbo político<br />

entre dos soluciones opuestas –o privatización o intervención del Estado–<br />

para poder resolver el problema de la «tragedia de los bienes comunes» de<br />

Hardin 34 . Tal como apuntan Hess y Ostrom en la introducción de este libro,<br />

uno de los errores de Hardin es que no llegó a reconocer otras posibilidades<br />

tales como la gestión a cargo de grupos en condiciones adecuadas. En lugar<br />

de quedar atrapados entre estos campos en liza, la comunidad académica<br />

puede cambiar los términos del discurso acerca de quién es propietario de<br />

su conocimiento adoptando un paradigma diferente para crear, gestionar y<br />

preservar el conocimiento en la era digital.<br />

Revindicar los bienes comunes del conocimiento<br />

Las iniciativas de la era digital para compartir información, o bienes comunes<br />

del conocimiento, permiten a los especialistas académicos recuperar sus activos<br />

intelectuales y cumplir con papeles cruciales: el avance del conocimiento, la<br />

innovación y la creatividad mediante la participación democrática en la creación<br />

libre y abierta y el intercambio de ideas. Comprender el conocimiento<br />

como un bien común ofrece un modo no sólo de contrarrestar los desafíos<br />

del acceso que plantea el cercamiento, sino de construir una institución<br />

fundamental para la democracia del siglo XXI. Una institución así facilita<br />

no solo una expresión «tan diversa como el pensamiento humano» 35 , sino<br />

también la «producción entre iguales», es decir, la producción y distribución<br />

descentralizada de información que evite el control centralizado de la forma<br />

de editar más tradicional. Como escribe el jurista Yochai Benkler, la producción<br />

entre iguales constituye «un proceso por el que muchos individuos cuyas<br />

acciones no están coordinadas ni por gestores ni por señales de los precios de<br />

mercado, contribuyen a un esfuerzo conjunto que produce eficazmente una<br />

unidad de información o cultura» 36 . El resultado consiste en una producción<br />

34<br />

Garrett Hardin, «The Tragedy of the Commons», Science, vol. 162, diciembre de 1968, pp.<br />

1243-1248.<br />

35<br />

Reno v. American Civil Liberties Union, 521 U.S. 842, 870, 1997 (citando en parte la decisión<br />

del tribunal de primera instancia).<br />

36<br />

Yochai Benkler, «Freedom in the Commons: Towards a Political Economy of Information»,<br />

Duke Law Journal, vol. 55, núm. 6, abril de 2003, pp. 1245-1276 (cita en p. 1256), http://www.<br />

law.duke.edu/shell/cite. pl?52+Duke+L.+J.+1245.

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