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Los%20bienes%20comunes%20del%20conocimiento_Traficantes%20de%20Sue%C3%B1os

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La acción colectiva, el compromiso cívico y el conocimiento como bien común | 271<br />

por completo las barreras del precio y del permiso de acceso (aunque existan<br />

otras barreras, como el coste de la conexión a Internet) 9 .<br />

Si el material compartido es un archivo digital, muchas personas pueden<br />

visualizarlo y copiarlo sin degradarlo o privar a otros de su uso. Los<br />

bienes no objeto de rivalidad son lo que Ostrom y Hess llaman «bienes<br />

públicos», en contraste con los «recursos comunes», que pueden ser objeto<br />

de rivalidad. No siempre resulta fácil construir o mantener bienes comunes<br />

compuestos por bienes públicos, ya que a la gente pueden faltarle incentivos<br />

adecuados para crear y compartir bienes de los que otros se van a<br />

beneficiar de forma libre. Más aún, algunos pueden contaminar un bien<br />

público o utilizarlo con propósitos nocivos. Un bien común formado por<br />

recursos comunes afronta los mismos tres problemas, pero, además, se ve<br />

amenazado por el uso abusivo 10 .<br />

Así como los bienes comunes rurales están constituidos por pastos<br />

compartidos, los bienes comunes del conocimiento están formados por<br />

conocimiento compartido. Ostrom y Hess destacan que el conocimiento<br />

implica distintos artefactos (como artículos, mapas, bases de datos, y páginas<br />

web), instalaciones (como universidades, escuelas, bibliotecas, ordenadores<br />

o laboratorios), e ideas (como el propio concepto de bienes comunes).<br />

Thomas Jefferson ya observó que las ideas son puros bienes públicos, porque<br />

«quien recibe una idea de mí, recibe una enseñanza sin reducir mis ideas;<br />

así como quien enciende su vela con la mía, recibe luz sin ensombrecerme»<br />

11 . Normalmente, las instalaciones son bienes sujetos a rivalidad, pero<br />

pueden utilizarse como bienes comunes y albergar artefactos compartidos,<br />

tal y como demostró Benjamin Franklin cuando fundó la primera biblioteca<br />

pública de préstamo 12 . Tanto el edificio de la biblioteca, como sus colecciones<br />

se compartían, aunque eran escasos y podían dar pie a rivalidades. En<br />

la época de los ordenadores interconectados, muchos materiales sujetos a<br />

rivalidad pueden digitalizarse, publicarse online y, de este modo, convertirse<br />

en bienes públicos. Las propias redes de ordenadores pueden contemplarse<br />

como instalaciones que solucionan los problemas de escasez. El número de<br />

potenciales intercambios entre las personas (o máquinas) que están conectadas<br />

a una red aumenta geométricamente si la red suma miembros 13 . Por lo<br />

tanto, cuantos más usuarios tiene la red, mejor sirve a cada uno de ellos como<br />

herramienta de comunicación e investigación.<br />

9<br />

P. Suber, capítulo 7 de este volumen.<br />

10<br />

E. Ostrom y Ch. Hess, capítulo 3 de este volumen.<br />

11<br />

Jefferson a Isaac Mcpherson [sic], 13 de agosto de 1813; citado en Lawrence Lessig, Code and<br />

Other Laws of Cyberspace, Nueva York, Basic Books, 1999, p. 132.<br />

12<br />

Véase N. Kranich, capítulo 4 de este volumen.<br />

13<br />

Para un buen extracto de la ley de Metcalfe (el valor de una red es proporcional a n(n-1)/2,<br />

donde n es el número de usuarios, y de la ley de Reed (el valor es incluso más elevado, debido<br />

al número potencial de n-grupos de personas, y cada uno puede de forma potencial comunicarse<br />

con otros grupos de la red), véase http://216.36.193.92/ec/n3.html.

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