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Los%20bienes%20comunes%20del%20conocimiento_Traficantes%20de%20Sue%C3%B1os

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282 | Los bienes comunes del conocimiento<br />

contribuir a ellas. Los creadores de contenido suelen tener una buena formación:<br />

solo un 6 por 100 son adultos sin título de bachillerato, y casi la<br />

mitad son diplomados o licenciados 42 .<br />

Incluso cuando los estudiantes tienen el mismo acceso a los ordenadores,<br />

surgen sutiles formas de desigualdad. El análisis realizado por el<br />

National Education Longitudinal Study (NELS), de Jianxia Du y James<br />

Anderson, revela que el uso sistemático de los ordenadores en las escuelas<br />

tiene correlación con una mayor puntuación en los exámenes para los<br />

estudiantes blancos y asiáticos, así como de aquellos que cursan niveles<br />

superiores. Cabe suponer que usan los ordenadores para enriquecer sus<br />

estudios y llevar a cabo una labor creativa y estimulante. Sin embargo, no<br />

existe una correlación positiva para los jóvenes de otros grupos raciales o<br />

étnicos, o para aquellos que asisten a cursos menos exigentes, posiblemente<br />

porque «los niños desfavorecidos tienden a utilizar los ordenadores para<br />

actividades de aprendizaje rutinarias en lugar de hacerlo para aplicaciones<br />

intelectuales más exigentes» 43 . De hecho, los alumnos desfavorecidos que<br />

cursan informática obtienen peores resultados en las pruebas estandarizadas<br />

que otros estudiantes en igualdad de condiciones.<br />

Mark Warschauer ha comparado dos escuelas de Hawai que integraron<br />

de una manera inteligente los ordenadores en sus clases de ciencias. En<br />

ambas escuelas, equipos de estudiantes, guiados por profesores de distintas<br />

asignaturas, utilizan los ordenadores para realizar una investigación científica.<br />

Sin embargo, una de las escuelas educa a un selecto grupo de estudiantes<br />

de buena posición económica, el 97 por 100 de los cuales cursará carreras de<br />

cuatro años en la universidad, mientras que la otra imparte clases en un barrio<br />

con unos ingresos per cápita por debajo de los 10.000 dólares. En la selecta<br />

escuela privada, los profesores tienen experiencia en la investigación científica<br />

a un nivel de posgrado. Enseñan a los alumnos a recoger datos de campo<br />

mediante el uso de dispositivos portátiles, a descargarlos en los ordenadores<br />

y, analizarlos en profundidad (con la ayuda del profesor de matemáticas).<br />

Mientras tanto, los estudiantes de la escuela pública Title One van en barco<br />

a lugares al aire libre, aprenden a cultivar algas y, posteriormente, utilizan los<br />

equipos de ordenadores para publicar un boletín.<br />

Ambas actividades son valiosas, tanto enseñar habilidades y conocimientos,<br />

como implicar a los alumnos en un trabajo de equipo creativo,<br />

pero existe una diferencia fundamental en el tipo de habilidades enseñadas<br />

y en el propósito general de la actividad. Como observa Warschauer:<br />

42<br />

Ibid.<br />

43<br />

Jianxia Du y James D. Anderson, «Technology and Quality of Education: Does Technology<br />

Help Low-Income and Minority Students in Their Academic Achievements?», Illinois Journal of<br />

Law, Technology, & Policy, primavera de 2003, pp. 1-34, cita en p. 7.

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