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Los%20bienes%20comunes%20del%20conocimiento_Traficantes%20de%20Sue%C3%B1os

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Para contrarrestar el cercamiento, recuperar los bienes comunes del conocimiento | 139<br />

institución fundamental para la era digital. Esto significa que deben utilizar<br />

un lenguaje que explique de qué modo los extraordinarios activos invertidos<br />

en hacer avanzar el conocimiento pueden cosechar más ventajas para<br />

la investigación académica y la sociedad. La jurista Carol Rose cree que los<br />

dispositivos de propiedad son básicamente aquello de lo que «la gente se<br />

ha convencido de modo consciente» y pone de relieve que «las narrativas,<br />

historias y estrategias retóricas pueden ser esenciales para persuadir a la<br />

gente de ese bien común» 91 . Para la comunicación académica se necesita<br />

un nuevo relato que persuada a bibliotecarios, especialistas universitarios<br />

y responsables políticos de las promesas y oportunidades de un acceso más<br />

abierto en la era digital. Quienes propongan los nuevos paradigmas deben<br />

captar la imaginación de la gente y demostrar de qué modo transformarán<br />

los bienes comunes del conocimiento las instituciones educativas para que<br />

puedan satisfacer las necesidades de la democracia del siglo XXI.<br />

Para enfrentarse al reto del acceso a la información en la era digital,<br />

quienes proponen los bienes comunes del conocimiento tienen que agruparse<br />

para amplificar sus voces y extender su alcance. Los esfuerzos de<br />

cada uno de ellos son impresionantes, pero deben ahora movilizarse para<br />

crear un movimiento comparable al ecologismo asentado en las últimas<br />

dos décadas del siglo XX. Boyle considera la información un «ecosistema».<br />

Como tal, recomienda crear coaliciones de personas comprometidas en la<br />

actualidad en luchas individuales que, sin embargo, no tienen en cuenta el<br />

contexto en el que se insertan 92 . Se le suma a este respecto una lista creciente<br />

de profesionales, entre los que se cuentan bibliotecarios, investigadores, y<br />

editores autónomos, que reconocen la necesidad de identificar y movilizar<br />

una extensa variedad de personas, comunidades de información y organizaciones<br />

preocupadas por la distribución del conocimiento y las ideas,<br />

gente a menudo sin experiencia en la labor de concertarse para promover<br />

inquietudes comunes y acciones colectivas. La gente que necesita que<br />

se amplifique su voz incluye desde autores, periodistas, artistas, músicos,<br />

científicos e investigadores a abogados, bibliotecarios, grupos de interés<br />

público, lectores, oyentes, espectadores y otros usuarios de información.<br />

Construir coaliciones y formas de asociación potentes requerirá una<br />

amplia organización y captación de fondos. Para detener el cercamiento de<br />

los bienes comunes del conocimiento, así como para promover el acceso<br />

público a los mismos, quienes se han comprometido con compartir la<br />

información deben primero encontrarse y mirar bastante más allá de sus<br />

entornos habituales en busca de aliados. Deben hallar elementos comunes<br />

91<br />

Carol M. Rose, Property and Persuasion: Essays on the History, Theory, and Rhetoric of Ownership,<br />

Boulder (CO), Westview Press, 1994, p. 6.<br />

92<br />

James Boyle, «A Politics of Intellectual Property: Environmentalism for the Net?”», Duke Law<br />

Journal, vol. 47, núm. 1, 1997, pp. 87-116, http://www.law.duke.edu/boylesite/intprop.htm.

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