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Los%20bienes%20comunes%20del%20conocimiento_Traficantes%20de%20Sue%C3%B1os

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154 | Los bienes comunes del conocimiento<br />

que he expuesto hasta ahora, mi objetivo no es agitar la bandera en pro de<br />

un movimiento populista en la investigación. Antes bien, mi argumento es<br />

que no sabemos cuáles son los beneficios y los costes que podría implicar un<br />

acceso más amplio a los materiales culturales y académicos. Es más, tenemos<br />

al menos una razón para no rechazar de plano la idea. En cada fase de<br />

desarrollo de la alfabetización de la población ha parecido razonable dudar<br />

de que pudiera resultar algo productivo de la extensión del círculo de participantes,<br />

ya se tratara de exégesis bíblicas, de leer la ley en inglés en lugar de en<br />

«francés jurídico» 10 , del ejercicio de la soberanía popular en el avance hacia la<br />

democracia de masas, o de los cambios originados en la política por el acceso<br />

a documentos públicos por Internet. ¿Hay ahí alguna enseñanza?<br />

Habiendo corregido, pues, nuestras expectativas y nuestra tendencia a<br />

descartar totalmente esa posibilidad, dedicaré lo que queda de este capítulo<br />

a considerar por qué un universo mayor de lectores podría estar interesado<br />

en la bibliografía académica y cómo la investigación podría incluso beneficiarse<br />

ocasionalmente del proceso.<br />

¿Más allá del archivo para especialistas? Los usuarios como diseñadores<br />

Hace poco estuve en un encuentro de académicos, bibliotecarios digitales<br />

y tecnólogos para hablar de la construcción de archivos digitales especializados<br />

y utilizables. Los bibliotecarios y los tecnólogos disertaron sobre<br />

la construcción de hermosos sistemas con veinticuatro campos distintos<br />

de metadatos y unas capacidades de búsqueda increíblemente poderosas.<br />

También explicaron el «secreto inconfesable» de muchos de esos archivos:<br />

que nadie los utiliza. La respuesta del grupo fue juiciosa: debería incluirse<br />

a los expertos de cada disciplina en el proceso de diseño, de modo que<br />

el sistema se adecue a sus modelos de trabajo y categorías conceptuales,<br />

en lugar de imponer un diseño basado en esquemas conceptuales ajenos.<br />

¿Quién podría disentir de eso? Sin embargo, me impactó la semejanza de<br />

la escena con toda una serie de momentos de la historia de la tecnología,<br />

en que los expertos malinterpretaron radicalmente los modelos probables<br />

de uso de una tecnología. El teléfono, como es bien sabido, fue concebido<br />

inicialmente como un aparato de comunicación de una persona hacia<br />

muchas, útil para informar sobre el tiempo mediante una fuente centralizada<br />

y demás casos similares. Sólo se le dio ese uso en Albania 11 . American<br />

10<br />

El francés jurídico era una variedad cada vez más corrompida del francés normando empleado<br />

en el derecho anglosajón (common law). Sus usuarios creían que su arcana terminología confería<br />

mayor precisión, mientras que los demás lo veían como un simple mecanismo más para hacer<br />

incomprensible el sistema jurídico a los legos. Véase http://en.wikipedia.org/wiki/Law_French y<br />

Oxford English Dictionary, Oxford, Oxford University Press, 1989, 2.ª ed.<br />

11<br />

Ithiel de Sola Pool, Forecasting the Telephone: A Retrospective Technology Assessment, Norwood<br />

(NJ), ABLEX, 1983.

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