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Los%20bienes%20comunes%20del%20conocimiento_Traficantes%20de%20Sue%C3%B1os

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La acción colectiva, el compromiso cívico y el conocimiento como bien común | 275<br />

Sin embargo, el poder empresarial representa una constante amenaza para<br />

los bienes comunes del conocimiento. Incluso si algunas empresas encuentran<br />

que sus intereses se alinean temporalmente con las normas del libre<br />

acceso, siempre existe la posibilidad de que grandes firmas acoten o debiliten<br />

los bienes comunes. Este riesgo requiere una vigilancia permanente y una<br />

respuesta organizada, que solo las asociaciones pueden proporcionar.<br />

En segundo lugar, una asociación es potencialmente democrática.<br />

Puede ofrecer a sus miembros oportunidades para deliberar acerca de las<br />

distintas políticas y tomar decisiones colectivas mediante procedimientos<br />

justos. En cambio, los bienes comunes de libre acceso son difíciles de<br />

regular, aun cuando la gran mayoría de los participantes considera (y lo<br />

considera acertadamente) que deberían imponerse determinadas normas.<br />

Por ejemplo, podríamos desear que Internet combinara la libre expresión<br />

con la privacidad y evitara molestias como el spam. Un bien común es<br />

a veces más eficiente y duradero cuando «la mayoría de los individuos<br />

afectados por la normativa del recurso puede participar en la creación y<br />

modificación de sus reglas» 21 . No obstante, en la medida en que Internet<br />

es de verdad un bien común de libre acceso, no pueden imponerse tales<br />

regulaciones, aun cuando sean populares y legítimas.<br />

En tercer lugar, una asociación puede articular públicamente un completo<br />

conjunto de valores. Un bien común de libre acceso es libre, pero la<br />

libertad puede ser la única norma moral que encarne. En cambio, una universidad,<br />

una congregación religiosa o una asociación profesional pueden<br />

declararse defensoras de un grupo de valores, como la libertad, el acceso<br />

público, la verdad, la sostenibilidad, la fiabilidad y/o la honradez 22 . En<br />

algunos casos, un gobierno puede monitorizar la asociación para asegurarse<br />

de que cumple su misión.<br />

En cuarto lugar, una asociación puede hacer proselitismo, en el mejor<br />

sentido de la palabra. Cualquier bien común depende de un exigente conjunto<br />

de normas y compromisos, como la confianza, la reciprocidad, la visión<br />

a largo plazo, el optimismo acerca de las posibilidades de la acción voluntaria<br />

colectiva y el compromiso personal. En este capítulo, describiré a la gente<br />

que tiene una «actitud cívica» como aquella que ha interiorizado estas normas<br />

en relación con un determinado bien público. Las personas son «cívicas»<br />

si se ven como responsables del bien común y actúan en consecuencia.<br />

Es poco probable que una identidad cívica se desarrolle de forma automática.<br />

Deben enseñarnos a ser cívicos; no nacemos así. Cada generación<br />

debe transmitir a la siguiente una preocupación moral por los bienes<br />

21<br />

E. Ostrom, «Collective Action and the Evolution of Social Norms», Journal of Economic<br />

Perspectives, vol. 14, núm. 3, verano de 2000, p. 150.<br />

22<br />

Véase la sección «Criterios evaluativos» del capítulo 3 de este volumen.

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