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Los%20bienes%20comunes%20del%20conocimiento_Traficantes%20de%20Sue%C3%B1os

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166 | Los bienes comunes del conocimiento<br />

académica, toda una serie de factores e incentivos, incluyendo el paso decisivo<br />

de la compra a la suscripción, han llevado a estudiosos normalmente<br />

bien orientados por direcciones muy distintas (véase por ejemplo Waters<br />

y Garrett, 1996 y la Library of Congress, 2002; también Morris, 2000;<br />

Waters, 2002; Jones, 2003; Lavoie, 2003, 2004; Honey, 2005). Por su<br />

parte, los materiales digitales están demostrando fragilidad y fugacidad,<br />

con consecuencias potencialmente graves para los bienes comunes del<br />

conocimiento. Brewster Kahle, que fundó el Archivo Internet para una<br />

conservación parcial de la web, estima que un objeto en la web tiene hoy<br />

una esperanza de vida media de unos cien días (Weiss, 2003). Y la mortalidad<br />

es también alta para la bibliografía académica con base en Internet.<br />

Un estudio publicado por la revista Science en octubre de 2003 encontró<br />

que más de un 30 por 100 de los artículos publicados en revistas seleccionadas<br />

y prestigiosas de medicina y ciencia contenían una o más referencias<br />

de Internet, pero que «el porcentaje de referencias inactivas en Internet<br />

pasaba del 3,8 por 100 a los tres meses de la respectiva publicación al<br />

10 por 100 a los quince meses, y al 13 por 100 a los veintisiete meses»<br />

(Dellavalle et al., 2003: 787). Un estudio similar realizado en 2001 encontró<br />

que el porcentaje de referencias de Internet inactivas aumentaba del 23<br />

por 100 a los dos años de la publicación hasta un 53 por 100 transcurridos<br />

siete años (Lawrence et al., 2001; véase también Ho, 2005). Con un<br />

esfuerzo adicional, muchas de las obras citadas en las referencias inactivas<br />

en Internet aún podían encontrarse, pero en diferentes ubicaciones y sin<br />

disponer de una garantía de procedencia o de contenidos inmodificados.<br />

Los resultados de estos estudios hacen dudar de la conveniencia absoluta<br />

de citar referencias digitales –práctica, sin embargo, que seguiremos en<br />

este capítulo– e indican claramente que la ecología digital de los bienes<br />

comunes del conocimiento es bastante inestable, y su conservación está<br />

lejos de hallarse asegurada. Comentando uno de los últimos estudios sobre<br />

los elevados índices de mortalidad de las citas académicas con referencias<br />

digitales, Anthony Grafton señaló: «Aparece ante mí un mundo en el que<br />

la documentación y la verificación se han evaporado» (Carlson, 2005).<br />

En este capítulo, me centraré específicamente en el problema de conservar<br />

revistas académicas de formato electrónico, también llamadas revistas<br />

digitales o e-revistas. Para ofrecer un marco que nos permita analizar el<br />

problema y encontrar posibles soluciones, procederé primero a definir el<br />

problema de la conservación de un bien común, y estudiaré a continuación<br />

funciones esenciales y modelos organizativos de la conservación. Concluiré<br />

exponiendo las características básicas de un potencial sistema comunitario<br />

de conservación.

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