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Los%20bienes%20comunes%20del%20conocimiento_Traficantes%20de%20Sue%C3%B1os

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220 | Los bienes comunes del conocimiento<br />

que no han podido pagar los precios de venta, así como el de hacer accesible<br />

al Primer Mundo la investigación producida en el Tercero. Por el contrario,<br />

el análisis desde el Primer Mundo suele centrarse en la incapacidad de las instituciones,<br />

incluso las ricas, de adquirir el acceso necesario a la investigación<br />

coetánea y en la necesidad de los investigadores que publican de llegar a una<br />

audiencia mayor que los suscriptores pudientes. Nuevamente, los amigos del<br />

acceso abierto, en el Primer Mundo y en el Tercero, pueden unir fuerzas en<br />

pro del mismo fin, pero, a menudo, difieren en sus argumentos 60 .<br />

Una tercera distinción en la bibliografía se da entre las apelaciones<br />

al interés propio y las apelaciones al interés público. Todos los actores –<br />

investigadores, universidades, bibliotecas, asociaciones científicas, revistas,<br />

editoriales, fundaciones y Administraciones– tienen algún interés en el<br />

acceso abierto, a pesar de que éste es más fácil de ver para algunos actores<br />

que para otros. Algunos, como las sociedades científicas, tienen casi<br />

el mismo interés en favorecer que en oponerse al acceso abierto. Otros<br />

actores, como las editoriales comerciales, tienen más razones para oponerse<br />

que para favorecerlo, lo cual nos impide con frecuencia percibir su interés<br />

en pro de este 61 . Aun así, pueden exponerse argumentos sólidos y honestos<br />

Availability of Scientific Publications (INASP), http://www.inasp.info/; SciDev.Net, http://<br />

www.scidev.net/; SciELO, http://www.scielo.br/. Véase también Peter Suber y Subbiah<br />

Arunachalam, «Open Access to Science in the Developing World», World-Information City,<br />

17 de octubre de 2005, http://www.earlham.edu/~peters/writing/wsis2.htm. En cuanto a las<br />

declaraciones públicas a favor del acceso abierto en los países en vías de desarrollo, véase la<br />

Declaración de San José (27 de marzo de 1998), la Declaración sobre la Ciencia y el Uso del<br />

Conocimiento Científico (1 de julio de 1999), la Declaración de La Habana (27 de abril de<br />

2001), la Declaración de Pekín (19 de octubre de 2003), la Declaración sobre el Acceso a la<br />

Información Científica del Comité Interacadémico (IAP, por sus siglas en inglés) (4 de diciembre<br />

de 2003), la Declaración de Valparaíso (15 de enero de 2004), la Declaración de Buenos Aires<br />

(28 de agosto de 2004), los Principios sobre Biblioteconomía para una Agenda para el Desarrollo<br />

Internacional, de la Organización Mundial por la Propiedad Intelectual (WIPO, por sus siglas en<br />

inglés) (26 de enero de 2005), y la Declaración de Salvador (23 de septiembre de 2005), http://<br />

www.earlham.edu/~peters/fos/timeline.htm.<br />

60<br />

Muchos editores de revistas donan suscripciones electrónicas a instituciones de investigación del<br />

Tercer Mundo. Véase la lista de dichos programas de Ann Okerson, http://www.library.yale.edu/~<br />

llicense/develop.shtml. Pero esto crea otra razón por la cual los partidarios del acceso abierto del<br />

norte y del sur utilizan argumentos distintos en sus análisis y defensas. Una cuestión de mayor<br />

enjundia para los países en vías de desarrollo es si esas donaciones de suscripciones gratuitas a<br />

revistas son suficientes o si los investigadores deben presionar por el verdadero acceso abierto.<br />

61<br />

He aquí tres ejemplos del interés propio del editor a favor del acceso abierto: (1) desde 1986, las editoriales<br />

comerciales han aumentado los precios de suscripción cuatro veces por encima de la inflación.<br />

Era inevitable que esto no pudiera seguir eternamente. Empezando a finales de 2003 y siguiendo en el<br />

presente, cada vez más bibliotecas toman la valiente pero dolorosa decisión de cancelar la suscripción<br />

a revistas importantes antes que pagar un nuevo incremento del precio. El 7 de enero de 2004, el<br />

claustro de la Universidad de California y todos los directores de las bibliotecas de los campus de la<br />

Universidad afirmaron, en una carta abierta, que «la economía de las editoriales de revistas de investigación<br />

es indiscutiblemente insostenible». Véase http://libraries.universityofcalifornia.edu/news/<br />

facmemoschol comm010704.pdf. La carta se refería a las revistas convencionales, de suscripción, no a<br />

las revistas de acceso abierto. Actualmente, experimentar con el acceso abierto está en el interés propio<br />

de las editoriales comerciales, ya que no pueden mantener el negocio como siempre. (2) Las editoriales

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