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Los%20bienes%20comunes%20del%20conocimiento_Traficantes%20de%20Sue%C3%B1os

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274 | Los bienes comunes del conocimiento<br />

pasado 19 . En cambio, la primitiva web tenía en parte el carácter de un bien<br />

común, porque uno siempre podía ver cómo se había construido la página<br />

web e imitar libremente sus características técnicas. Estas características se<br />

consideraban bienes públicos. Mientras tanto, las compañías de cable y<br />

otros proveedores de Internet de alta velocidad están ansiosos por direccionar<br />

a la gente hacia páginas web comerciales particulares, con las cuales<br />

tienen acuerdos económicos. Los usuarios que quieren tener la posibilidad<br />

de encontrar sitios de su elección, de crear y compartir material están involucrados<br />

en una lucha constante contra las grandes empresas, que quieren<br />

controlar los motores de búsqueda o disuadir a los individuos de crear su<br />

propio contenido 20 .<br />

A veces, las empresas ayudan a crear bienes comunes. Por ejemplo,<br />

mediante su motor de búsqueda, Google ha elegido crear un espacio con<br />

muchas características de los bienes comunes. Google ordena los sitios en<br />

función del número de enlaces que reciben desde otras webs. Un enlace<br />

es como un regalo o un voto. Un gran número de enlaces procedentes de<br />

otras páginas no indica calidad o fiabilidad, pero sí popularidad dentro de<br />

la comunidad de propietarios de sitios web. Los resultados de la búsqueda<br />

en Google reflejan esta popularidad. Por supuesto, el dinero puede comprar<br />

la popularidad, pero también hay muchos sitios normales que se han<br />

convertido en grandes nodos de la Red.<br />

En teoría, Google podría empezar a cobrar por el posicionamiento<br />

(no solo por los anuncios que aparecen en la parte derecha de la pantalla,<br />

sino también por los resultados de una búsqueda básica). No obstante,<br />

ello sería un paso arriesgado para la compañía, dado que su popularidad<br />

procede de su carácter afín al bien común. Además, la capacidad de<br />

Google para destrozar los bienes comunes no es una prueba de que no<br />

existan bienes comunes en su web a fecha de hoy. Cualquier bien común<br />

está sujeto a destrucción y/o control. La naturaleza salvaje de Alaska es<br />

un bien común, aunque el estado y el Gobierno federal podrían decidir<br />

de repente cobrar unas elevadas tarifas de acceso. En consecuencia, la<br />

cuestión no es si Google debe crear y preservar los bienes comunes, sino<br />

si lo ha hecho hasta la fecha. En China, Google anunció recientemente<br />

que iba a censurar los resultados de las búsquedas conforme a las leyes<br />

del Gobierno chino. No obstante, fuera de China, su motor de búsqueda<br />

continúa siendo un bien común.<br />

19<br />

David Bollier, Public Assets, Private Profits: Reclaiming the American Commons in an Age of<br />

Market Enclosure, Nueva York, New America Foundation, 2001, p. 58.<br />

20<br />

Jeffrey Chester, «The Death of the Internet: How Industry Intends to Kill The ‘Net as We<br />

Know It», TomPaine.com, 24 de octubre de 2002.

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