de Investigadores em leitura - Universidade do Minho

Pasados veinte años desde que escribiera estas observaciones, parece que los
paratextos han ampliado sus “formas” (o bien que los estudios críticos han afinado sus
observaciones sobre obras ya existentes y sobre nuevas creaciones); el caso es que los
paratextos han diversificado el modo de hacerse presentes, e incluso han matizado, para
ampliarlas, sus funciones primarias. Acertó, pues, Genette con intuitiva cautela, al matizar su
definición con una sutil indicación – “ sous la forme, aujourd’hui du moins, d’un livre" –
hacia las posibles variaciones, modos y funciones que podrían asumir o modificar los
paratextos.
1. Lector implícito y paratextos explícitos: la guía del paratexto
El concepto de lector implícito, expuesta por W. Iser, remite al “lector ideal” previsto
por el texto (a través de su autor) como destinatario idóneo para reconstruir el significado de
la obra, o sea para comprenderla e interpretarla; en esa línea conceptual, también H. R.
Jauss señaló que el texto aparece como un mecanismo concebido para producir su lector
modelo (Jauss, 1989); esto implica que en el texto está previsto el tipo de conocimientos y el
tipo de competencia (habilidades, estrategias) que serían deseables (en ocasiones
necesarias) para que el lector establezca sus horizontes de expectativa y sus anticipaciones.
Entre los componentes que ayudan a generar esas previsiones también habría que
contar con los paratextos, porque precisamente, los paratextos apelan a ese lector implícito
– en ocasiones, incluso en algunas de sus indicaciones hacen creer a todo potencial lector
que él es ese destinatario ideal, implícito de la obra que presentan. En este sentido, los
paratextos son aliados del autor y/o del editor en busca de sus lectores.
De modo genérico, el paratexto se ha presentado como todo tipo de texto (verbal,
gráfico, y recientemente también audiovisual, multimedia o virtual) que aparece en la edición
del texto de una obra o en otro lugar distinto al libro, para justificarlo, presentarlo, comentarlo
e introducirlo en el contexto cultural; en algunos casos incluso condicionan su recepción. Si
bien pudiera parece que se trata de un concepto delimitado y claro, la diversidad de
modalidades de paratextos y, sobre todo, el uso que se hace de ellos y de sus
reformulaciones requiere que se considere que en realidad es un concepto que se mueve en
“une zone indécise entre le dedans et le dehors, elle-même sans limite rigoureuse, ni vers
l’interieur (le texte) ni vers l’extérieur (le discours du monde sur le texte)”, para decirlo con
las propias palabras de G. Genette.
Ciertamente, el paratexto es una especie de discurso de escolta, en palabras de
Genette, o bien un espacio en los umbrales textuales, según Dubois; con estas dos
matizaciones se indica claramente que son componentes que no forman parte del texto,
aunque pueden aportar información relevante para que el lector se sepa situar ante el libro
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